Finalmente Maria Antònia Munar ha decidido mover lo que en
principio era inamovible y ha aceptado excluir la construcción de
viviendas de protección oficial de la moratoria que promueve su
partido. El consenso se hace necesario para que esta moratoria
salga adelante. La concesión que hace Munar va acompañada de un
cupo de 1.600 viviendas de protección oficial al año porque no se
trata de dejar abierta una puerta por la que se pueda colar un
número indefinido de licencias de construcción.
Esta concesión en beneficio del consenso podría, sin embargo,
acarrear problemas jurídicos a la moratoria y por esa razón es
necesario disponer de informes que avalen la conveniencia de esa
exención. Anteriores reveses judiciales recomiendan máxima cautela.
Esta quinta moratoria urbanística para Mallorca no será la última.
El Govern ya prepara la sexta, que incluirá las actuaciones en
suelo rústico, con lo que va más allá de las pretensiones del
Consell. Las moratorias anteriores han servido para poco y las
grúas han seguido su avance imparable. Se espera que ahora el freno
sea más efectivo.
Algo es algo y, aunque por ahora hay construcción para cuatro
años con las licencias ya concedidas, quizá entonces pueda
regularse el crecimiento urbanístico de la Isla con el futuro Plan
Territorial, de una vez por todas. Las guerras son innecesarias en
torno a una moratoria y entre los partidos del Pacte no puede haber
fisuras por esta causa. Si de lo que se trata es de proteger el
territorio, lo mismo da que lo hagan los unos que los otros. Que
protejan entre todos y abandonen rivalidades políticas que no
conducen a nada, más que a desgastar al propio Pacte. Habrá pleno
en el Consell el día 26 de julio y será una buena noticia para
Mallorca que, por fin, se apruebe la moratoria.
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