Abrimos la escuela de calor con la Reina, a sabiendas de que lo mío es perseguir al Rey y calibrar la colección de gorras viseras con las que protege su augusta testa. Pero he decidido aspirar a elevar el tono, que los años pasan y aún no me han sacado en el «Qui es qui», con la ilusión que me hace como sabe bien mi pocholo, con quien me desahogo en el sofá de diseño cuando vemos «Pasapalabra». Doña Sofía recibió el Siurell de Plata de Ultima Hora , lo que, aseguró, aún le une más a Mallorca.
Y digo yo, si doña Sofía reconoce su amor por esta tierra, lo que no le puedo discutir porque lo demuestran su fidelidad y su amor por las espardenyes, que las ha hecho famosas en todo el mundo, yo también lo he dejado patente al regresar tras una mudanza y un ¡No volveré! Claro que la Reina vino primero, lo reconozco, y se muestra muy interesada por la cultura isleña; aunque yo también, no me lo nieguen, y doy fe en la sección de Cultura. Por eso este diario le ha entregado su máxima distinción, porque yo creo que quiere a Mallorca de veras, aunque los mallorquines sean tan así, especiales, vaya.
Ella recibió el Siurell con una de sus sonrisas de reina en un día de agenda apretada. Estaban las autoridades y el Consejo de Administración de esta casa. Acudió, literalmente, vestida para la ópera porque volaba a Santander para ver una función, que la música le chifla. Con esa cercanía suya, y mucho de profesionalidad, como dice su esposo, lo comentó tan llanamente. Su traje de brocado en rosa, el collar de perlas de cuatro vueltas y los zapatos dorados le parecían demasiado para una sencilla audiencia que, como transcurrió con mucho calor, le obligó a pedir un abanico, complemento que completaba su conjunto porque era del mismo color, y no lo aclaro por cotillear.
Allí, dijo, se encontraría con la infanta Beatriz, tía del Rey y abuela del conde Lequio, a la que yo había visto en la tele pisar tierra cántabra, ¡no me digan que no es una afortunada coincidencia informativa! Acompañada por Fernando Almansa, jefe de la Casa del Rey, saludó a todos uno a uno, se disculpó con Catalina Cirer por no haberla despedido en un encuentro oficial y le comentó a José Alcover, a quien conoció cuando se fue a vivir a Marivent, que estaba hecho un chaval. Así es la Reina.
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