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La Ertzaintza evitó ayer, con la desarticulación del «comando Buruntza», que la banda terrorista provocara una nueva matanza. Los terroristas detenidos por la policía vasca tenían un coche-bomba preparado para ser utilizado en cualquier momento. Sólo faltaba conocer el lugar, la fecha y la hora exactos. Es fácilmente imaginable lo que sucedería a continuación. Una mano asesina haría estallar la carga explosiva y desencadenaría todo el horror al que nunca la sociedad española se podrá acostumbrar.

En esta ocasión debemos todos los demócratas congratularnos y felicitar a la Ertzaintza. Se ha evitado la tragedia y el dolor. Pero no se puede bajar la guardia. Hace falta que los distintos cuerpos de seguridad sigan investigando para acabar con todos los comandos etarras. Los datos facilitados ayer por el consejero vasco de Interior, Javier Balza, ponen de manifiesto el impresionante arsenal y los sofisticados medios electrónicos de que dispone ETA para cometer sus sanguinarias acciones.

No sólo pistolas, granadas y subfusiles, sino también todo un laboratorio de alta tecnología donde se trucaban teléfonos móviles para activar las cargas explosivas. Por otra parte, no puede dejar de destacarse que ha sido precisamente la Ertzaintza la que ha logrado la detención de los terroristas tras un minucioso trabajo de investigación iniciado hace meses. Quienes dudaban de la falta de eficacia de la policía vasca por mor de consignas politicas, emanadas desde el Gobierno de Vitoria o desde el PNV, tienen a partir de ayer un nuevo dato que debería obligarles a replantearse su visión de la cuestión vasca.

Y aun cuando haya sido una acción desarrollada íntegramente por la Ertzainxza, es satisfactorio saber que ha funcionado la coordinación con el Ministerio de Interior, que ha estado al corriente del desarrollo de la operación. Éste debe ser el camino: la colaboración entre los cuerpos de seguridad y la unidad de los partidos democráticos para aislar a ETA y a su entorno.