Sin que ello prefigure por nuestra parte otra cosa que no sea la
constatación de un dato, cabe contemplar con cierta preocupación
los reiterados escándalos que por cuestiones sanitarias han tenido
como escenario en los últimos años la Comunidad de Valencia. Desde
aquel contagio masivo de hepatitis C por presunta negligencia de un
anestesista, hasta los más recientes brotes de legionela detectados
en Alcoy, han menudeado problemas que tal vez harían recomendable
un mayor control en todos los aspectos.
Ahora, esas seis muertes de pacientes tras una sesión de
hemodiálisis habidas en la valenciana Clínica Virgen del Consuelo y
otras cuatro en el hospital La Princesa de Madrid, ponen de nuevo
sobre el tapete una cuestión recurrente. No constituyen novedad
alguna las anomalías registradas tras tratamientos de hemodiálisis,
y nos referimos naturalmente a anomalías que hubieran sido
evitables. En medios científicos se habla del «caso Brasil», en el
que 52 enfermos renales fallecieron en 1996, a causa de la
contaminación en equipos de hemodiálisis que acumulaban una gran
concentración de toxinas.
Más próximo a nosotros es el del centro de una localidad de
Badajoz dedicado a la hemodiálisis que fue clausurado en 1998
después de detectarse en él un brote de hepatitis C que afectó a
cinco pacientes. En cualquier caso, y a la espera de los resultados
que se derivarán de la investigación en curso, cabe sorprenderse un
tanto ante la «tranquilidad» con la que los facultativos del centro
atribuyeron a sendos infartos las tres muertes iniciales de
pacientes que acababan de recibir tratamiento de hemodiálisis.
La coincidencia resultaba tan sospechosa que no se precisaba una
gran perspicacia para pensar en un posible nexo causal. Pudo haber
negligencia de algún tipo, y la prueba de ello la aporta el hecho
de que en plena investigación se hable ya de una posible depuración
de responsabilidades. No ponemos en principio en duda ni la calidad
de los medios técnicos empleados ni la cualificación del personal
que aplicó los tratamientos, pero el carácter casi inmediato de las
muertes tras aplicarse la hemodiálisis da que pensar.
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