Maria Antónia Munar ofrece un regalo a la «Beateta». Foto: C. VIERA.

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La jornada festiva en honor a santa Catalina Thomàs comenzó con la Eucaristía que se celebró en la iglesia del monasterio de Santa Magdalena y presidió el rector del Seminario Mayor, Joan Bauzá. Asistió la Beateta Paz Mercadal Ferrer, acompañada por su corte y la consellera de Cultura del Consell de Mallorca, Maria Antònia Vadell. La cabalgata del Carro Triomfal de la Beata aunó brillantez y mucha participación durante el itinerario que se inició en el Passeig Mallorca y siguió por Vía Roma, la Rambla, Riera, General Weyler, Mercat, Unió, Rei Joan Carles I, Jaume III y Passeig Mallorca.

El Consell de Mallorca y la comisión organizadora vio cumplido su deseo en que se incrementara el número de participantes con respecto a ediciones anteriores, y la cabalgata resultó muy lucida. Ésta la encabezó el grupo de Tamborers de la Sala, seguidos por el abanderado Padrí de la Beata. Desfilaron una treintena de agrupaciones de bailes mallorquines, 17 carrozas, 13 bandas de música, catorce colles de xeremiers, y tres de dimonis que se fueron intercalando entre las mismas. La novedad de este año fue la actuación de los siete Minstrils que precedieron al Carro Triomfal junto al grupo del Cardelnal Despuig. A lo largo del recorrido los pequeños espectadores fueron obsequiados con una lluvia de caramelos que se lanzaban desde las distintas carrozas y sobre todo desde el Carro Triomfal, pues la beateta dispuso de 150 kilos del goloso dulce, regalo de sus tíos maternos.

En el Teatre Principal fue el punto donde se congregó un mayor gentío. En el catafalco allí dispuesto voó pasar el cortejo la presidenta del Consell de Mallorca, Maria Antònia Munar, que estuvo flanqueada por el alcalde de Palma, Joan Fageda, y la consellera de Cultura del CIM, Maria Antònia Vadell, además del alcalde de Valldemossa, Joan Muntaner. Como manda la tradición, paró frente a ellos el Carro Triomfal y hubo el intercambio de regalos entre la Beateta Paz Mercadal y Maria Antònia Munar, consistentes en una placa de recuerdo y una gran canasta de dulces. El carruaje de la Beateta continuó para cumplir con otra de las tradiciones de esta fiesta: la segunda parada en sa pedra de la Beata del templo de Sant Nicolau. Desde uno de los balcones fue descendido el voluminoso y típico «cucurucho», repleto de bombones y caramelos que recogió la Beateta a los sones de los Ministrils. La cabalgata se recogió después de pasar por Jaume III y en la plaza del Mercat hubo una ballada popular.

Las carrozas destacaron por poner en escena entrañables escenas de la ruralía mallorquina y los detalles más significativos de la vida de la santa de Valldemossa. El jurado del concurso de carrozas estuvo compuesto por Pere Caminals, que actuó como secretario; Joan Gomila, Bárbara Bujosa, Vicenç Torres, Guillem Beltrán, Joana Maria Palou, y Joan Muntaner. El primer premio dotado con 160.000 pesetas, fue para la carroza de Binissalem, Ja tenim corrent a canostra. El segundo, de 110.000 pesetas, para Vilafranca balla i bota, y el tercero, de 60.000 pesetas, para la de Sant Joan Per la Beata carretons, i a Sant Joan botifarrons.

La música estuvo muy presente, sin los lapsus de silencio habidos en las últimas cabalgatas. La primera banda que desfiló fue la Municipal de Palma y la última de de Montuïri, detrás del Carro Triomfal. Los músicos, al igual que las colles de xeremiers entonaron este día como no podía ser de otra forma la típica tonada de Sor Tomasseta, coreada y bailada por las agrupaciones de bailes mallorquines. Componentes de la carroza de Vilafranca regalaron un melón a la presidenta Maria Antònia Munar y los de Binissalem ofrecieron vino a las autoridades presentes.