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Las hermosas quintas del terreno parecen saludar al recio «llaüt» que se maneja a timón y no a caña en una fotografía de Planas Montanyà que presenta una imagen pretérita que marca un hito en el recuerdo. No muchos años antes de que se tomase esta fotografía, los vecinos de la zona bajaban en bañador de sus casas y se adentraban en el mar, cuyas olas rompían en su misma propiedad. La mayoría de ellos tenía su bote amarrado en la parte baja de la casa y, por aquello de la cercanía con el mar, sentía especial inclinación por los deportes náuticos o la pesca y nadaba en aguas de la bahía la mayor parte del año.

El que fuera presidente del Fomento de Turismo y director de la Junta de Obras del Puerto, el ingeniero Gabriel Roca Garcías, proyectó e inició las obras del Paseo Marítimo que lleva su nombre. Mientras duró su gestión, entre los años 1946 y 1962, proyectó además del Paseo Marítimo de Palma, las obras del Dique del Oeste, el muelle de la Riba de San Carlos y el Club Náutico de Palma. Las obras del Passeig Marítim de Palma sentaron las bases de la Palma moderna y transformaron la silueta de nuestra bahía. A Roca Garcías le valieron la posesión de múltiples decoraciones como la Gran Cruz del Mérito Civil y la Medalla de oro de Palma al Mérito en el trabajo y al Mérito turístico.

En la fotografía de Planas Montanyà vemos terrenos escarpados, preparados para la construcción. Eso nos demuestra que, ya en los albores de la década de los años cincuenta, la especulación inmobiliaria transformaba todo aquello que había permanecido inalterado. En el Passeig Marítim, muchas familias mallorquinas vendían sus románticas villas ochocentistas y, en su lugar, comenzaban a erigirse descomunales bloques de cemento. Sin embargo, y gracias a la transformación de la zona, las estrellas de Hollywood se paseaban en albornoz por los solariums de hoteles con estrellas de argenta.