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El vino, en Balears, ya no es cosa de hombres. Y elaborarlo, menos. Y lo decimos con conocimiento de causa, ¿saben? Sí, ya que de los 22 bodegueros de las Islas, 4 son mujeres: Esperanza Nadal, Pilar Oliver, Maria Antònia Oliver y Magdalena Nadal. Ayer, en el Club del Gourmet de El Corte Inglés de Avenidas, reunimos a las tres primeras.

Esperanza Nadal es maestra y profesora de Educación Física. Es también enóloga. Para ello estudió en Vilafranca del Penadès y posteriormente hizo un máster en Madrid. Esperanza es la cuarta en la generación de Vins Nadal, de Binissalem, con denominación de origen Binissalem. Actualmente, su padre, su tío Miquel y ella se han repartido el trabajo del siguiente modo: el progenitor es el comercial, su tío hace el trabajo de campo y ella es la enóloga. Los vinos estrella de Vins Nadal son el Merlot 110 y el Alba Flor blanco barrica. Esperanza tiene prácticamente hecha la maleta para viajar a Chile, donde seguirá aprendiendo.

Pilar Oliver es la enóloga de Bodegas Oliver, de Petra, con denominación de origen Pla i Llevant. El padre, Miquel Oliver, se encarga del trabajo del campo. Los viejos vinos de la casa se elaboran respetando las ideas de éste, mientras que ella se encarga de la elaboración de los nuevos, entre los que destacan el Aia y el Gran Muscat.

Maria Antònia Oliver no es enóloga, sino gerente de las bodegas Hereus de Ribas, sitas en Consell, con denominación de origen Binissalem. Maria Antònia, que tienen la virtud de saber contratar las personas idóneas, a la vez que gestiona muy bien las bodegas, ha impuesto la calidad a la cantidad. Poco vino, pero bueno, verbigratia, el Ribas de Cabrera, que sale sin problemas a 6.000 pesetas unidad. Su objetivo más inmediato es recuperar el vino de gargollosa, uva pequeña, negra, con la que ya han hecho una primera vendimia, pero aún han de pasar un par de años para elaborar ese vino. Pero en ello están.

Las tres están de acuerdo con que el Pacte de Progrés está ayudando mucho a los vini-viticultores. «Al menos nos llevan a ferias y el vino mallorquín, desde que están ellos, aparece más que nunca en las mesas».