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Para los balearicos de toda la vida, que los sigue habiendo a pesar de su estancamiento en Tercera División, Julián Bueno es un buen referente. Hace veinticinco años fue el defensa central del equipo. No muy alto, pero sí contundente y expeditivo. Con él, y el resto de jugadores, recorrí media España para hacer la crónica del partido "porque en esto del periodismo, salvo excepciones, comenzamos, o bien haciendo deportes o sucesos", tan mal a veces, que un buen día me planté y decidí no hacer ninguna más.

Eran tiempos de los Reus, Paco, Palou, Sánchez (el que marcó jugando con el Mallorca un gol al Madrid en el Bernabeu), Rosselló, Vázquez, Delgado, Illana, etc., con Sasot, una temporada, Antonio Oviedo, otras, en el banquillo, con Jeroni Petro en la presidencia "también fue presidente Toni Mestres", Sinto Solozábal de delegado, José María Rosselló en la secretaría técnica y Antonio Àlvarez, el taxista, como uno de los representantes de la corta pero noble afición blaquiazul. Ya digo, ha llovido bastante desde entonces, ¿25 años hemos dicho?, puede. Eran tiempos en que si el equipo jugaba en Valencia o Barcelona viajábamos el mismo domingo por la mañana y regresábamos por la noche, o de madrugada, en el golfo de Aviaco, a veces con los equipos del Mallorca, Poblense o Constancia, que jugaban en la misma categoría, y que ese domingo también habían jugado en tierras levantinas o catalanas. Todo por ahorrarse una noche de hotel.

Pues bien, de todo eso hablamos ayer con Bueno, frente al Parlament, tras haber dejado a la consellera Fernanda Caro, porque, ¿saben? Bueno es su chófer, sí, del Govern, y lo es desde hace diez años, además de árbitro de fútbol, categoría Preferente, «que nada tiene que ver con la Preferente que conocimos nosotros».