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Balears es la comunidad del Estado con un porcentaje más bajo de población con estudios universitarios y estamos muy por debajo de la media europea, según afirmó ayer Guillem Ramon Pérez de Rada, coordinador para las relaciones con los centros de Secundaria de la UIB. Las razones son, sobre todo, socioeconómicas, como la facilidad a la hora de encontrar empleos o el mayor prestigio de la FP.

Ramon explicó la importancia del tránsito de la educación Secundaria a la universitaria, un paso «que si se realiza mal puede ser suficiente para provocar el fracaso en el primer año en la universidad». «De hecho, está comprobado que una mala transición (por problemas a la hora de escoger los estudios, etc.) suele provocar que un joven abandone los estudios antes del primer cuatrimestre», dijo.

La Universitat de les Illes Balears y la Conselleria d'Educació organizaron ayer las I Jornades d'Educació Secundària - Universitat que, con el lema «La transición a la Universidad a debate», significaron el inicio de un proceso de acercamiento entre la Secundaria y la Universitat. A lo largo de todo el día, profesionales de la docencia debatieron propuestas operativas para avanzar en la coordinación y el conocimiento mutuo entre estas dos etapas académicas.

Ramon Pérez de Rada reconoció que el tránsito a la etapa universitaria desde el bachillerato ha cobrado importancia a raíz de la última reforma de la enseñanza, «pues hasta hace poco existía un Bachillerato y un Curso de Orientación Universitaria, que tenía la misión específica de preparar a los alumnos con intención de acceder a la Universidad, mientras que ahora existe un bachillerato de dos años que tiene como función el formar ciudadanos pero no necesariamente para ir a la Universidad y los alumnos que llegan a ella pueden encontrarse más perdidos». De hecho, ahora mismo, como mucho un 50% de los alumnos que cursan bachillerato acceden a la Universidad.

Tendemos a la formación continuada
Ramon Pérez de Rada declaró que en Europa «ha crecido en los últimos años la media de edad del estudiante universitario, que ha dejado de responder al perfil del joven de 18 a 22 o 23 años, sino que cada vez la media es mayor». La razón está en que «muchas más personas acuden a la universidad para ampliar o continuar su formación, que no acaba una vez acabada la carrera». En cambio, «en nuestro país tenemos todavía esta asignatura pendiente y la sociedad no tiene en la cultura o la formación un valor añadido que, además, permite mejorar el estatus». Ramon declaró que la formación continuada es, sin duda, el futuro al que se debe tender.