Las Islas recuperan la tranquilidad después de una semana que
tardará en olvidarse. Los dos fuertes temporales que hemos sufrido
dejan un balance de multimillonarias pérdidas y cuatro víctimas
mortales: un taxista, un joven motorista y dos operarios que
participaban en las tareas para paliar los graves daños e intentar
reparar las averías. Pero a medida que pasan las horas y los días
se van conociendo más datos que permitirán una evaluación más
precisa de los estragos sufridos. Ya se habla de cien mil árboles
caídos.
Fueron miles los ciudadanos que durante la larga noche del
sábado al domingo pasado sufrieron en sus domicilios el azote
desatado de los elementos. Por la mañana, cuando amaneció, el
panorama era desolador: árboles y muros caídos, zonas inundadas,
carreteras cortadas, playas destrozadas, embarcaciones hundidas...
Pero dada la desigual incidencia del temporal en las distintas
zonas de cada una de las Islas, no fue hasta que los medios
informativos publicaron las imágenes del desastre cuando el resto
de los ciudadanos pudieron percibir la importancia del desastre. Ha
llegado el momento de la reconstrucción. Ninguna administración
puede quedar al margen. Tras la pasividad del anterior fin de
semana "pese a que el Centro de Meteorología había previsto el
temporal con la suficiente antelación" hay que reconocer que las
instituciones han sabido reaccionar con una exhaustiva información
acerca de las ayudas a las que pueden acceder los damnificados. Se
ha abierto un largo plazo para que los perjudicados informen de los
daños y evalúen las pérdidas. Cabe esperar y desear que todas las
administraciones asuman sus respectivas responsabilidades, estén a
la altura de las circunstancias y no defrauden a la ciudadanía.
Tras el trágico temporal, sólo faltaría que injustificadas trabas
burocráticas retrasasen o frustrasen las tan necesarias ayudas.
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