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Los días pasan pero el temporal no se olvida. Ni los paisajes más emblemáticos de Mallorca fueron respetados. Formentor ha quedado arrasado. Más de 1.200 pinos han caído entre Cala Pi de la Posada y Cala Gentil, cortando la escalinata del hotel y sus caminos pintorescos e invadiendo la playa que, en algunos puntos ha desaparecido o se encuentra bajo un manto de algas. Uno de sus árboles centenarios cayó sobre el restaurante de la playa, rompiendo el tejado, mientras el fuerte oleaje ha destruido el antiguo mollet del hotel.

También el gran embarcadero de «golondrinas» ha quedado socavado hasta sus cimientos, lo que ha obligado a acordonar toda la zona de recepción marítima bajo la antigua casa de sa Teulera. La devastación ha alcanzado con particular saña al legendario Club de los Poetas, que ha perdido su célebre estatua femenina sobre las rocas, al tiempo que el hotel ha visto desaparecer los bellos jardines de Bellini.

Formentor, nombre de mágicas resonancias, evoca un paraje de leyenda, una obra suprema de la naturaleza, un mito. Inspiración de pintores y poetas, meca de encuentros literarios, enclave de artistas y aristócratas, foro de encuentros políticos... refugio de enamorados. Formentor no es sólo una playa, un hotel, es el reducto final de una Mallorca desvanecida. Libre de un desafortunado desarrollo turístico, de la especulación sin escrúpulos, del atentado ecológico y estético que de forma lamentable afecta a tantos enclaves de Mallorca, representa el paisaje en estado puro. Un lugar que cautivó a Adan Dihel, creador del hotel, quien influido por el pintor Tito Cittadini abrió a los ojos del público las puertas del último paraíso. Atalayas que se ciernen sobre una bahía secreta, frondosos bosques en torno a una finca medieval, plácidos senderos a orillas de un mar cristalino. Un sitio donde el rumor de las olas y el canto de los pájaros aún reinan en el ambiente.

Hasta la construcción de la carretera en 1929 (que quedó cortada con el temporal al igual que el suministro eléctrico), el acceso sólo era posible por mar, desde el Port de Pollença. Con la apertura del hotel llegaron las regatas internacionales, los bañistas con sus casetas de lona, los yates de leyenda y todo el glamour de los años 30. Después se celebró la Semana de la Sabiduría y más tarde los Coloquios Internacionales sobre Novela, que desde 1960 sentaron las bases del premio nacional. Ahora la belleza de Formentor ha quedado mutilada, se han perdido árboles testigos de su mágico historial, dejando horribles claros, como muestran las fotografías tomadas el fin de semana. La idílica Cala Murta, que inspiró a Costa i Llobera su obra poética de camino entre las Cases Velles a Cala Figuera, ha sido desfigurada. Como si un ser monstruoso hubiera irrumpido arrasando todo a su paso. Es imposible cuantificar los daños sufridos, según indica la dirección del hotel, pero se rehabilitarán los caminos y el jardín ante la próxima temporada.