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Hace tres años se constitituyó la Associació d'Empreses Familiars, una entidad que preside Josep Lluís Roses Ferrer. El nieto de las bodegas Josep L. Ferrer de Binissalem explica, no solamente como presidente que es de la agrupación de empresas familiares sino también, partiendo de sus vivencias, las ventajas y los inconvenientes que tienen que superar los negocios que han pasado de generación en generación y siguen siendo familiares. Aunque han recibido ofertas de compra, han resistido las tentaciones de venta.

En los tiempos de la globalización, Ferrer señaló que «las grandes empresas familiares cotizan en Bolsa. En América, un porcentaje muy elevado de empresas son familiares y en Europa también. La globalización no está enfrentada con este tipo de estructura. Los hoteleros mallorquines están al frente de empresas que son significativas en España y su origen no les impide crecer». «La ventaja de una empresa de estas características es la estimación que le tiene. El hecho de trabajar en una empresa que has conocido desde el principio y luchar por un ideal. El hecho de estar al frente de una empresa que puso en marcha mi abuelo me motiva. Y no sólo motiva a los miembros de la familia, sino también a los que trabajan», dice.

Actualmente, según Ferrer, el 90 por ciento de las empresas de Balears son familiares. En total, hay 44 asociadas, de segunda y tercera generación. «En Barcelona te puedes encontrar empresas de seis generaciones, esto no sucede aquí exactamente, ya que en Balears el 'boom' empresario comenzó durante los años 40», explica Ferrer.

El empresario señaló la existencia de protocolos, que recogen, por consenso, las condiciones con las que tiene que funcionar la empresa familiar. «No son exactamente unos estatutos, sino un acuerdo entre socios y familiares, revisable, y que puede hacer referencia a múltiples aspectos. Hay incluso protocolos que establecen que para que el hijo de un familiar pueda trabajar en la empresa, primero, debe haber trabajado fuera de ella 10 años». Ferrer también destacó el «boom» de los vinos mallorquines y en particular, el auge de sus bodegas.