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Un afamado shopper contaba en una revista de moda que una señora puede llevar unos pantalones normalitos, pero que la verdadera inversión debía hacerla en los zapatos. Estoy de acuerdo. Los complementos dignifican el vestuario, dan el toque definitivo. Entre ellos, el calzado marca la diferencia. Para quienes lo desconozcan, shopper es una profesión en alza, aquel individuo que lo sabe todo sobre estilo y acompaña a las señoras y caballeros que pueden pagar sus servicios cuando van de compras. Como consejero les ayuda a escoger aquello que va con su cuerpo, estilo de vida o profesión y les enseña lo que nunca, nunca, deben ponerse.

En los últimos cuatro años, los diseñadores han dejado volar su imaginación cuando se trata de vestir los pies aunque, todo hay que decirlo, se retoman estilos de épocas pasadas adaptándolos al siglo XXI. Maestros zapateros como Manolo Blanick o Ferragamo reinan más que nunca y cuentan con miles de imitadores, tanto de alto nivel como de moda pronta. De sus desfiles salen las ideas, que luego se reinterpretan. Como demuestran la calle y los escaparates, el barroquismo se ha impuesto con fuerza, así como materiales distintos a la piel. Las lentejuelas ya no se usan sólo por la noche; los tejidos de lana, cheviot, espiguilla, Príncipe de Gales, o los cuadros emblema de Burberry's, caminan por las aceras, así como los sintéticos de última generación. El calzado deportivo sale del gimnasio y se instala, como una verdadera revolución, a cualquier hora. Vuelven, renovados, los años cincuenta, sesenta y setenta.

¿Qué es lo más fashion? Hormas anchas y cuadradas o muy estrechas; suelas que parecen provenir de las películas de ciencia ficción; tacones finísimos, stilettos, y puntas de vértigo; siguen las plataformas pero, sobre todo, reinan las botas y botines, que ya surgieron la anterior temporada. Los mules continúan de plena vigencia, aunque este año se les ha añadido una tira por detrás; los cómodos zuecos sirven tanto en invierno como en verano y las sandalias de tiras volverán a hacer furor en 2002. ¿Nuestras políticas saben todo esto? ¿Les preocupa calzar al día? ¿Son víctimas de la moda o, por el contrario, quieren caminar cómodas por la vida? Este diario ha echado un vistazo a sus pies y los ha inmortalizado en fotografías, junto con sus atuendos.

Sin duda, la más fashion, es Maria Antònia Munar, la primera que adoptó los stilettos, y la que, según un estudio científico publicado hace meses por «El País», cuenta con todas las papeletas para sufrir dolores de columna en la edad madura. La altura de sus tacones, la inclinación, que obliga a descansar todo el peso del cuerpo sobre los dedos de los pies, resulta nefasta para huesos y vértebras si se utilizan muy a menudo, como es su caso. La presidenta tiene muchos zapatos y siempre los usa en la misma línea: muy altos y de puntera. El Día de la Constitución los llevó de tela y con medias finas de color tostado, que es lo más. También Dolça Mulet optó por el tejido de lana, mezclada con lycra, en sus botas de punta cuadrada. Sencillas.

Otra fashion fue Aina Salom, consellera de Sanitat, que combinó punteras estrechísimas y stilettos con pantalón ancho de tejido grueso y vuelta en el bajo. Un ejemplo evidente de que los zapatos son lo más importante del atuendo fueron la consellera de Bienestar Social, Fernanda Caro, y la concejala de Cort Margalida Thomàs. Los suyos fueron el punto de modernidad junto a unos atuendos demasiado tristes, en el caso de Caro, y una americana terriblemente fuera de onda en el de Thomàs. Los de ambas se caracterizaron por tacones bajos y anchos, actuales en el diseño, con punteras alargadas y rectas. Diferentes en ambos casos, estoy segura de que los han comprado este año, y de que, siguiendo las tendencias, iban muy cómodas, una combinación que no resulta fácil conseguir.

Francisca Pol optó por altos tacones negros con bordados, un detalle también fashion, aunque con forma un poco más clásica que los de Salom o Munar, sin llegar al nivel de la ex ministra Margarita Mariscal de Gante, que se apuntó al eterno corte salón de piel combinada, lisa y labrada. Los pies de Pol, con medias de lycra transparente y algo brillante, resultaban elegantes. A Maria Salom, en general, le recomendamos un shopper o que siga pasando de todo, que es una respetable opción. Lució zapatos de tiras cruzadas, demasiado holgadas para su empeine.

Catalina Cirer acompañó su traje de levita y pantalón ancho de color verde con mocasines de vestir de tono beige a juego con una llamativa bufanda. Su elección fue puntera alargada y estrecha con remate recto. A la vicepresidenta del Consell, Maria Antònia Vadell, la hemos visto mejor vestida en otras ocasiones, demasiado sport para ese tipo de acto y con unos botines geniales para patear en la lluvia a raudales o el frío intenso, pero para nada más. Así fueron ellas, tan contentas, que es lo principal.