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A raíz de las catastróficos vendavales sufridos en la Isla a principios de noviembre se ha actualizado el tema de los árboles. Por un lado han sufrido las plantaciones en zonas urbanas, sobre todo en la costa, como es el caso del Port de Pollença, Cala Sant Vicenç, Alcúdia, Can Picafort y todas las urbanizaciones costeras de este área han quedado muy tocadas. Pero también hay grandes extensiones forestales totalmente devastadas. Los que más han sufrido son los pinos carrascos (Pinus halepensis) y, entre ellos, muchos de gran tamaño y edad, algunos incluso considerados emblemáticos.

Han surgido dos problemas graves a consecuencia de la caída y arranque de tan grande cantidad de pinos. El primero, la retirada de troncos y ramaje. Aparte del trabajo que ello representa y que requiere personal especializado, pues es tarea peligrosa, queda la pregunta del aprovechamiento de la madera, tan útil y requerida en otros momentos. La inmensa cantidad disponible de golpe, hace difícil su recogida pero también su tratamiento, secado, almacenaje y posterior utilización. El segundo problema se presenta en los terrenos donde han desaparecido los bosques.

En la prensa se han podido leer muchas y diferenciadas opiniones sobre el tema. Coinciden todos en que hay que retirar los pinos caídos, troncos y ramaje. El peligro de incendio se multiplica si esto no se hiciera a su debido tiempo. Además, la madera y ramaje muerto dan cobijo y aumenta la reproducción de plagas. Lo ideal podría ser triturar ramas y hojas y dejar este material vegetal como humus en el mismo lugar. La madera aprovechable habría que retirarla. A falta de maquinaria suficiente para la trituración, el ramaje podría llevarse a canteras abandonadas o lugares despejados para ser quemado bajo control.

Otro problema surgido y muy comentado es lo que convendría hacer con las superficies que se han quedado sin pinos. Unos proponen una reforestación con pinos jóvenes. Otros aconsejan no plantar pinos otra vez, sino encinas. Sería muy bonito. Pero esta proposición hay que sopesarla muy bien y resultará que no es la más adecuada por varias razones. La repoblación es muy lenta. Sería a muchos años vista, como se dice vulgarmente, plantar para los nietos. En todo caso habría que hacer una repoblación a base de semilla, de bellotas y en cantidad.

Los planteles que se ofrecen de diferente procedencia son creados en bandejas «Multipot». Todos tiene un grave inconveniente: el sustrato y las técnicas de cultivo. Las mezclas empleadas de tierras o sustratos son «artificiales» en el sentido de que no correspondan en absoluto a lo que encuentra la plantita una vez colocada en su destino. Es una mezcla normalmente compuesta por material vegetal, compost y humus. Encima y para su mejor nacimiento y desarrollo, las bandejas se suelen colocar bajo sombrajos o plástico y tratada con abundante riego artificial. Queda por saber si además estos planteles son abonados y fertilizados. Una vez en su destino, la encina, joven y tierna, se encuentra con tierras más bien pobres en nutrientes y humus, áridas y pedregosas. La nueva plantación queda a merced de posibles precipitaciones que no son programables, como los riegos durante su anterior desarrollo. Los fallos en el arraigue son muchos. Tanto en los primeros meses, como durante el primer verano y también en años posteriores.

Donde ha habido pinos, hoy eliminados por el reciente vendaval, normalmente existe una colonia de plantas menores y plantel de pino que no se ha dañado. Además, queda toda la semilla del pino carrasco distribuida sobre las tierras, a punto de nacer y para los próximos años. Es sabido que el pino es de crecimiento bastante rápido y extensivo. En pocos años habría cubierto y «ahogado» todo el plantel de encinas replantadas, que a su vez necesitan años para aclimatarse a su nuevo lugar, si es que han podido sobrevivir los primeros años en hostil entorno. Habría que suprimir, arrancar y eliminar los muchos pinos que suelen nacer durante años para dar vida a las encinas. No se puede cuidar y regar una nueva plantación de encinas durante las épocas sin precipitaciones y eliminar la maleza para dar respiro y facilitar el desarrollo de la joven encina.

En un comentario se ha sacado otra teoría que es muy difícil de compartir y es la siguiente: Hay quien ha dicho que la encina no debe «ahogarse» entre los pinos jóvenes pues se desarrolla mejor al cobijo, a la sombra de las copas de los grandes pinos. No puede ser el caso, pues los grandes pinos precisamente son los que ha arrancado el vendaval y los pinos nuevos suelen nacer tan espesos que no dejan sobrevivir otros árboles. En muchos lugares de Mallorca hay terrenos incluso aterrazados con sus muros de contención para cultivar olivos y algarrobos. Hoy precisamente estos árboles añejos, sin cuidados de mantenimiento, son eliminados por la invasión mortal de pino carrasco que aprovecha la buena tierra, en su día cultivada, para extenderse masivamente.