Los ciudadanos de estas islas estamos condenados a entendernos
"como le ocurrirá a otros 300 millones de europeos" a partir de ya
con una nueva moneda que, de entrada, nos suena a chino.
Instituciones y entidades diversas han realizado un encomiable
esfuerzo a lo largo de los últimos meses para que numerosos
colectivos empezaran a familiarizarse con la nueva divisa europea,
pero las reticencias siguen ahí, aunque ahora que se acerca el gran
día, quizá con algo más de ilusión.
Para empezar a «tocar» materialmente los euros los bancos
abrirán este sábado con una novedad: ofrecerán los «euromonederos»,
una bolsita llena de monedas de diverso valor cuyo precio equivale
a dos mil pesetas. Aunque todavía no podremos utilizarlos, nos dará
la oportunidad de manejarlas para ir conociéndolas mejor.
Sin duda es una idea que tendrá éxito, pues desde hace tres años
oímos hablar de este asunto a nivel abstracto y ya es el momento de
materializar las ideas que nos hemos hecho hasta hoy.
El euro es, pues, una realidad tangente y palpable y en las
entidades financieras de nuestra Comunitat Autònoma se encuentran
ya a la espera de que lleguen el día 1 de enero nada menos que
35.000 millones de pesetas en la nueva divisa. El año que acaba
marca el final de una era y la mayor revolución monetaria de la
historia llama a nuestras puertas. Sólo queda exigir una actitud
moderada, razonable y honrada a todos aquellos que tendrán la
responsabilidad de traducir el valor de los bienes de pesetas a
euros para que la transición no se convierta en una espectacular y
generalizada subida de precios. Algo que sólo perjudicaría al
consumidor y, a la postre, a la economía de todo el país, pues el
incremento de los precios está más que descontrolado ya.
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