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Galiea y Orient son pueblos con nombres de resonancias bíblicas. Se cree que en 1550, Jordi Cortei "de la possessió de Son Cortei" viajó a Palestina. Se quedó tan impresionado con la similitud de la Tierra Santa a la de su possessió que decidió rebautizar las casas de sa Moleta con el bello nombre de Galilea. Al menos eso contaba ayer, día de Navidad, Jaume Pujol, autor del libro «Memòria d'un poble». Sus amigos y dinamizadores culturales, Nofre Cunill y Joan Martorell, hablaban de las Matines de la noche anterior. «Comenzaron a las 22.30, ya que estaban oficiadas por el párroco de Capdellà. Se hizo este año, como novedad la Caléndula, un sermón que anuncia la Navidad, pronunciado por una niña vestida de pastora. Luego llegó la tradicional Sibil·la. La misa transcurrió con lleno total en la parroquia de la Inmaculada Concepció. Finalmente, se ofrecieron galletas y vino dulce. Los más golosos fueron al bar a comer chocolate con ensaimadas», explicaba Martorell.

Pujol dice que existe otro pueblo llamado Galilea cerca de Logroño y recuerda las Matines que se hacían desde principios de siglo hasta finales de los 70: «Eran de las más conocidas de Mallorca. Se encendían hogueras por todo el pueblo y se realizaba una romería desde la Rota d'en Pere hasta la iglesia. Todos los niños participábamos vestidos de pastores». Tal vez por eso, pese a que la tradición se ha perdido, el grupo de Esplai Terra Alta hizo una escenificación de pastorcillos.

Orient es un pueblo de 30 habitantes y con un nombre aparentemente navideño, que recuerda a los Reyes Magos. Sin embargo, según el sacerdote Jaume Capó Villalonga, su nombre viene de «Aurient», topónimo documentado en el siglo XIII que viene de «aereus» (dorado, oro). Apreciaciones aparte, el pueblo quiso celebrar su Nochebuena por todo lo alto, ya que en el año 2000 no se pudieron celebrar Matines. Especialmente para la ocasión se trasladó desde Lloseta el padre Capó para oficiar la misa; desde otro pueblo vecino subió la Coral de Bunyola y también la voz de la Sibil·la (Aina Verdera). El resultado fue un llenazo, con más de 150 personas en la misa. Y después chocolate con ensaimadas en el Restaurante Orient, más conocido por Can Jaume, hasta que no quedaron existencias. Y es que unas Navidades a pie de montaña tienen mucho encanto.