La velada de Nochevieja no es igual para todos. Mientras unos ríen y se divierten, otros se la pasan currando, como es el caso de los equipos de cocina y servicios de comedor de los numerosos hoteles y restaurantes que organizan cenas y galas de Fin de Año. Los profesionales de los fogones, conscientes del número de platos que integran el menú, son quienes se las ingenian para adelantar cocciones y guarniciones, y así evitar nervios de última hora.
Entrando en una de las cocinas de los grandes hoteles es donde puede apreciarse la sincronización que existe entre el chef, sus segundos, ayudantes y pinches. Tiras y tiras de platos conteniendo determinados alimentos para acabarlos con sabrosas y a veces exóticas decoraciones que llevan más música que una sinfónica. En el hotel Arabella Sheraton llevó la batuta el chef Jaume Balada; en el restaurante Bahía Mediterráneo, Toni Mauro, y en el Castillo Hotel Son Vida, el maestro Jaime Durán.
Al ser cenas bastante largas, finalizaron poco antes de la medianoche, y por ello los distintos equipos pudieron felicitarse el nuevo año y brindar con cava o champagne en distintas dependencias, alejados del mundanal ruido una vez concluidas las doce campanadas. Lo más significativo fue verles con alegre semblante, muy ligeros y dispuestos para que todo saliera bien. Su trabajo no sólo se limitó a servir la cena, sino también el aperitivo y repartir las voluminosas bolsas que contenían el cotillón.
En estos locales trabajaron casi todos. Desde miembros de la directiva a los relaciones públicas y también otras personas, como son los grupos musicales. La mayoría de cenas estuvieron muy bien ambientadas por orquestas y disc-jockeys que fueron los encargados, a golpe de batería, de dar las campanadas. En el restaurante Bahía Mediterráneo dispusieron un televisor para conectar con las de la Puerta del Sol, mientras que la cena estuvo amenizada por temas al piano y violín que ofrecieron dos jóvenes ucranianas.
Su trabajo no concluyó con las uvas de medianoche, pues en muchos lugares postineros hubo barra libre y resopón a las dos de la madrugada. En el Castillo Hotel Son Vida el personal de comedor lució trajes de época, tanto los varones como las camareras como es costumbre en las grandes galas, y de madrugada sirvieron, a elegir, chocolate con ensaimadas variadas, lentejas siguiendo la tradición de Italia, y la soup a l'oignon, siguiendo la de Francia.
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