TW
0

Cada vez que tratas en un periódico sobre una búsqueda familiar, tarde o temprano se resuelve el caso. Por eso, siempre confiamos en que Jonathan Goodwin terminaría encontrando a su padre, el mallorquín Lorenzo Miralles, a quien andaba buscando desde hacía dos años. Como el lector recordará, hace semanas contamos la historia, que ahora, de memoria, les recuerdo:

Jonathan, nacido Steward Niel Young en el hospital de Derbyshere a las 21'30 del 12 de octubre de 1967, a quien su madre biológica había cedido en adopción a otra pareja a poco del alumbramiento "que le cambiaron el nombre por el de Jonathan", siempre tuvo curiosidad por conocer a su progenitor del que, cuando se puso en contacto la primera vez con nosotros, contó que tras haber pasado una temporada en Inglaterra trabajando en el Balmoral Club, había dejado embarazada "de él, naturalmente" a su madre y, sin saberlo, había regresado a Mallorca. Tras la publicación de esta noticia en Ultima Hora y «Majorca Daily Bulletin», diarios a los que en principio se dirigió John, el hermano de Lorenzo, que vive en Mallorca y que conoce su paradero, le mandó los periódicos.

Lorenzo, que tiene actualmente unos 60 años, y que trabaja de chef en un conocido restaurante de la ciudad de Lester, en el centro de Inglaterra, y que a pesar de llevar años allí no domina muy bien el idioma inglés, se lo contó a su jefa, Hillary Burows, quien ayer por la mañana llamó por teléfono al colega Humphrey Carter, del «Daily», y se lo contó. La lógica se había impuesto. Meses después de aquello, ya sabíamos dónde paraban ambas partes, casualmente en la misma ciudad y a menos de cuatro manzanas la una de la otra. ¡Si lo hubieran sabido...! Porque si el chico buscó a su padre durante este tiempo, Lorenzo trató de encontrar también a su hijo Jonathan, del que su madre biológica había perdido la pista, o... no se lo quiso decir.

Un segundo después de haber cortado la comunicación con Hillary, Carter contactó con Jonathan, quien había dejado todas sus señas en la redacción. En esos instantes de la mañana, John estaba en la autopista, conduciendo. «Detente y escucha detenidamente», le sugirió el colega que, en un par de minutos, le puso al corriente. John guardó unos segundos de silencio. Porque, ¿saben?, cuesta digerir eso de que «hemos encontrado a tu padre» después de haberlo buscado uno por todas partes y estar a punto de arrojar la toalla, «pues a lo mejor si lee la noticia de que lo busco "nos había dicho John, la primera vez" a lo mejor ha rehecho su vida y no quiere saber de mí».

Pues no. Lorenzo ha expresado que quiere conocer a su hijo, aunque se toma dos días para digerir el momento, puesto que él también lo ha estado buscando. Además, quiere cierta intimidad y discreción, y también porque cuantos menos lo sepan, mejor. Que si sale bien el encuentro, tiempo habrá de pregonarlo. De ahí que, siempre a través de nosotros, se haya quedado en que la reunión tendrá lugar mañana. No sabemos si en el domicilio de John o en el restaurante de Lorenzo, donde se le reconoce su buen hacer como chef y se le aprecia. Pero habrá encuentro y, esperemos, abrazo.