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El intenso frío y la humedad que acompañaron la festividad de Sant Antoni no impidieron que el público de Palma acudiera masivamente a presenciar las tradicionales beneïdes. La participación en la cabalgata también fue notable, pero en el entorno surgió la pregunta del millón: ¿Dónde está Sant Antoni y su maléfica corte de dimonis? La entrañable figura del santo vestido con tosca arpillera y los populares demonios cabezudos de Comercios Sant Miquel, tan esperados por los niños, estaban «desaparecidos en combate». El motivo, según la edil de Participació Ciutadana, María José Frau, fue que «tuvimos problemas de colaboración con el personal para llevarlos porque tenían trabajo este día».

Poco antes de salir la cabalgata preguntamos sobre estos personajes a Rafael Bosch, del departamento de Participació Ciutadana, enfrente mismo de la Seu, quien nos dijo que participaban la pareja de dimonis de la Colla de Geganters de la Sala y que los demás «puede que estén por allá atrás». Resumiendo, ni santo, ni cabezudos, y por no haber, "tampoco hubo exhibición y rifa del cerdo" casi carrozas. Sólo dos salvaron la papeleta, una venida desde Son Ferriol y la del Centre Natura de EMAYA, muy bien ambientadas, por cierto.

Los escolares de corta edad se concentraron en la calle Palau Reial. Luciendo sus máscaras y cuernos estuvieron los de Aula Balear y los de los centros Infante Don Felipe, Escoleta Itaca, además de los jóvenes del Príncipe de Asturias (Asnimo). En la Plaça Major estuvieron los niños de la guardería Pinocho, Santa Magdalena Sofía, El Temple y cerca de Sant Miquel las alumnas de Santa Mónica.

El desfile popular, que discurrió por Palau Reial, Cort, Colón, Plaça Major y Sant Miquel, repletos de público, lo abrió el grupo de siete bellos ejemplares y un pony de la Sección Montada de Policía Local y Tamborers de la Sala. A continuación los dos dimonis geganters, una colla de xeremiers, la Banda Municipal de Música, la carroza Hort de Sant Antoni i el dimoini, carruajes tirados por ponis, numerosos animales de montura, galeras, y, llamando poderosamente la atención, los vehículos de Marineland y EMAYA portadores de aves exóticas, un pingüino, pavos reales y patos.

Todos fueron pasando por el palco ubicado junto a Sant Antoniet, donde se situaron los miembros de la Corporación municipal, encabezados por el alcalde, Joan Fageda, y el presidente en funciones de Comercios Sant Miquel, Juan Binimelis, además de los sacerdotes Llorenç Riera, Teodor Suau y Sebastià Planas, que rociaron el agua bendita.

Por cientos contamos los particulares que acudieron a bendecir sus animales de compañía. La mayoría con perros de todas las razas, que lucieron lazos como complementos, jaulas con jilgueros y periquitos, tortugas, y gatos. Como novedad hubo algunos niños que fueron a bendecir caracoles y caragolins en una diminuta cajita. A todos ellos siguió el vehículo del Centre de Protecció Animal de Son Reus, que se disfrazó de perro, un mini carretón tirado por un perro, el tren de la Empresa Municipal de Transports, que desfiló repleto de escolares, y la banda de cornetas y tambores Groc i Verd, de la cofradía Jesús del Buen Perdón.

A mediodía el sol se asomó tímidamente y dio color y calor a unas beneïdes en las que el público disfrutó, pero se quedó sin elementos muy representativos de las anteriores ediciones. No se produjeron incidentes y en todo momento estuvieron controladas por un fuerte dispositivo de la Policía Local, que contó con la colaboración del equipo de Tolo Güell.