Jaume Abrines tiene algo más de 60 años y es uno de los cazadores más veteranos de la Sociedad de Cazadores de Selva. Jaume Abrines ha aprovechado con intensidad la temporada de caza que en otras zonas ha funcionado bastante mal. Abrines recogió los filats, ya que la temporada de caza finaliza mañana: «Si comparamos esta temporada con la del año pasado, ésta ha sido excelente, pero es hora de recoger los filats; en esta zona de la Comuna ya empiezan a escasear las aves», explica.
Este selvatgí se dedica a este deporte desde que es adolescente y siempre ha usado la técnica de los filats, para la cual se necesita experiencia y una cierta dosis de paciencia. Recuerda cómo a lo largo de los años la función de la caza ha ido cambiando: «Cuando era adolescente, durante la temporada de caza, mi padre se pasaba los días enteros cazando y mi madre se encargaba de vender las aves en el mercado de Binissalem; era nuestro medio de subsistencia».
El presidente de la Asociación de Cazadores de Selva, Llorenç Palou, afirma que «ahora la caza no tiene una función económica y son pocos los jóvenes que se inician en este deporte; los que lo hacen es porque algún familiar se dedica a cazar en su tiempo libre». El conseller de Medi Ambient del Consell Insular, Miquel Àngel Borràs, dice que la caza del tordo ha funcionado de manera desigual, dependiendo de la zona. «La caza con filats en la zona de Alaró ha sido una de las mejores de los últimos 40 años. En Llevant i Mitjorn también se han obtenido buenos resultado», subraya.
En otros lugares, como por ejemplo Escorca, los cazadores cuentan que la temporada de caza en el municipio ha sido bastante mala. Borràs atribuye esta escasez de aves al abandono que sufre el mundo rural.
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