Poco a poco, los ciudadanos empiezan a pasear ya por la calzada del
Passeig des Born cerrada al tráfico el pasado martes. Los más
prudentes, sin embargo, siguen andando sólo por la acera y cruzando
la calle por los pasos cebra. Nunca se sabe.
En la calzada contraria, ahora de doble dirección, quizás lo más
oportuno sea, de momento, actuar como si se estuviera en una calle
de Londres, es decir, mirando siempre hacia los dos lados antes de
cruzar, por si el peatón no está muy seguro de por dónde pueden
venir los coches.
Hasta ahora hay división de opiniones sobre la bondad del cambio
y además éstas no son tampoco concluyentes, sino, más bien,
parcialmente positivas o parcialmente críticas. Cualquier
valoración es, ahora, parcial. Bueno, como la peatonalización de es
Born.
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