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Hasso, de alquilar Biscuters y Lambretas a alquilar Rolls Royces
Hasso, el rey del rent a car, que acaba de cumplir 77 años de vida, celebrará en breves fechas los 45 que lleva residiendo en la Isla. Este viejo alemán, conocido también por sus cinco bodas, porque no se habla con sus hijos, porque convive con tigres y serpientes, y porque a la última mujer la desdeñó porque, según él, la que supera los 30 años ya no es una mujer joven, «y a mí me gustan las jovencitas» "aunque al final ha tenido que recurrir de nuevo a ella tras haber insertado un anuncio en los periódicos buscando novia, y no porque no le llegaran esas novias, que le llegaron muchísimas, ¡de todas partes! sino porque ninguna le convenció" se autoproclama contrabandista, «el mejor de todos». Fue a poco de iniciarse los años 40, «después de la guerra, cuando en España no había nada. Nunca hice contrabando de tabaco, pues los bultos eran grandes y pesados y el dinero que ganabas era poco. Yo me decanté por traer todo aquello que la gente necesitaba. A Barcelona, por ejemplo, como es una ciudad muy textil, llevé agujas de coser. ¡Millones! Las traía de Suecia. También piezas de maquinaria, coches. Cuenta que siempre trabajaba a la sombra, «con otros que daban la cara por mí». Había establecido su cuartel general para el contrabando en Castelldefels, en tres lujosos chalets, La casita, La casona y La gaviota, todos con piscina. ¿Que si tenía comprada a mucha gente? A bastantes, sobre todo vistas de aduana en las fronteras. Un día, la Guardia Civil, sin que él lo supiera, colocó un control cinco kilómetros después de la frontera «y ahí me pillaron. Como no había móviles, no pudimos avisar, así que me cogieron tres camiones». Por lo visto, la multa que le pusieron fue de órdago. «Mientras estuve haciendo contrabando, jamás me detuvieron. Años después, cuando ya vivía en Palma, me tuve que pasar un fin de semana en la cárcel por un supuesto intento de falsificación de placas que nunca pudo probarse pues yo nada tuve que ver». Al llegar a Mallorca abrió un negocio de alquiler de coches. Ilegal, por supuesto. Entre otras cosas «porque en la época de Franco no había mucho control en esto, no se preocupaban, por tanto podías hacer lo que te viniera en gana. Por eso yo nunca hablé mal de él. Hubiera sido un error, ¿no?, criticarle con el dinero que estaba ganando». En 1957 llegó a tener una docena de coches ilegales, a saber: cinco Mercedes, dos Chevrolets y cinco Biscuters, además de una escuela de snipes y otra de sky acuático. Coches y barcos que solía alquilar a millonarios alemanes. «En 1960, como el negocio funcionaba, decidí legalizarlo, pidiendo permiso al Ayuntamiento para abrir un rent a car. Comencé con dos 600 y dos Lambretas, al año siguiente ya tenía 30 coches y al siguiente, cien. Entonces abrieron otros dos rent a car, Mascaró y Baulinas. Actualmente posee 3.000 coches de alquiler, entre ellos Rolls Royce. En Pascua prevé tener 5.000 y en verano unos 7.000, además de varias oficinas, una de ellas en el aeropuerto por la que ha pujado con 101.000.000 de pesetas al año, «y hago cuentas tenerla durante cinco años; luego ya veremos». La táctica de este hombre es clara: ofrece alquileres en toda Alemania a precio inferior que los demás y encima pide a sus clientes que envíen a sus oficinas fotocopias de sus pasaportes, nif y tarjetas de crédito con el fin de agilizar los trámites y cuando lleguen a Palma tengan toda la documentación a punto.