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Una flauta es un instrumento que pertenece a la familia del viento. Antes se creaba con madera pero, ahora, se construye con metales cuanto más preciosos mejor como el oro o la plata. Para demostrar como suena, una canción conocida: la banda sonora de «Titánic». La Orquestra Simfònica de Balears clausuró ayer sus conciertos didácticos para escolares en el Auditori del Conservatori, por los que han pasado 7.820 alumnos y profesores. La música clásica más famosa se mezcló con melodías de películas y jotes mallorquines., más explicaciones sobre qué es un instrumento y cómo suena.

La Simfònica se vistió de calle para ofrecer al público sus mejores galas. El bullicio inicial, provocado por los instrumentos afinándose y por los rumores inquietos de los más jóvenes, se calmó cuando apareció el director, Carles Ponseti. Las notas de la película «La Guerra de las Galaxias» hizo que los espectadores ofrecieran sus primeras sonrisas y aplausos. La entrada no podía ser más significativa de lo que se iba a ofrecer. «Esperaba que el concierto fuera más aburrido, pero ha sido diferente, muy divertido», explicaba Cati Llinàs. «Casi todas las canciones eran conocidas», dijo Rafel Montserrat.

La familia de los instrumentos de viento, la de las cuerdas, la de viento y metal y la de la percusión perdieron sus secretos. «Nos han enseñado el nombre y cómo sonaban», aseguró Maria Neus Prats. De esta manera, el clarinete es «cariñoso» y el clarinete bass, «su hermano grande con un sonido más profundo», según Ponseti. Cada uno de los integrantes de la Simfònica mostraba su poderío mediante una pequeña melodía. La trompa se convirtió en el instrumento más aplaudido, junto a la batería, con su interpretación de la canción «A tu lado», de Operación Triunfo.

El director se encargó de explicar cómo funcionan los aplausos. «En medio de dos movimientos no se aplaude» o «Si silbais significa que no os gusta lo que hacemos» fueron algunos de los comentarios hechos. Durante la actuación, Ponseti buscó futuros directores y cedió la batuta a tres jóvenes maestros que, por un momento, tuvieron el control de la Simfònica. El resultado de la experiencia, que «no todo es música de discoteca», afirmó Prats. La conclusión, que «tendrían que hacer más conciertos didácticos», explicó Mònica Garcia. «Me ha enriquecido, la gente tendría que apreciarlo más», dijo Montserrat.