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Siendo todavía muy pequeños, el autobús entra a forma parte de nuestras vidas de una manera natural. Si nuestro colegio se encuentra un poco lejos de casa, o nuestra abuela nos ha invitado a merendar, o planeamos ir a la playa con nuestros amigos, o nuestro primer "y ya imposible" amor adolescente nos ha dicho que iría a ver un concierto al Auditòrium, cogeremos el autobús con ilusión en todos estos casos "salvo en el primero" con la esperanza de poder llegar a la hora deseada.

De este modo, asociamos siempre el autobús a la sencilla consecución de un objetivo cotidiano, o a la simple posibilidad de poder viajar sin un destino definido, o a las tiras cómicas en las que Charlie Brown, Snoopy, Linus y su manta esperan cada día, sin quizás un excesivo entusiasmo, a que llegue el «School bus» que les llevará a la escuela. Sin embargo, en determinados países poder coger o no un autobús para ir al colegio o al hospital depende de la solidaridad de otras naciones. Éste es el origen de la campaña «Esperando el bus solidario», promovida por el Ajuntament de Palma en 2001 y que acabará este año. La campaña ha contado tanto con la colaboración de distintas entidades y empresas "entre ellas el Grupo Serra" como con la ayuda de miles de personas anónimas.

«La campaña se inició coincidiendo con la renovación total de la flota de la EMT», indica su presidente, Pedro Àlvarez, quien señala que se informó a las distintas embajadas de la intención de la EMT de regalar los antiguos vehículos. Àlvarez recuerda que el valor residual de estos vehículos era de 1'8 millones de euros (300 millones de pesetas) y añade que hasta ahora no se había hecho una operación de esta magnitud en España. «Cort se ha implicado de forma directa, sin la ayuda de organizaciones no gubernamentales», afirma. Normalmente, los autobuses solidarios han ido llegando a los distintos destinos cargados con material escolar, educativo o sanitario. En Kosovo, destino de la primera entrega, los vehículos regalados se dedican en estos momentos a posibilitar el desplazamiento de personas mayores.

«A Kosovo se mandaron los Scania porque allí es posible encontrar repuestos de esa marca y a La Habana se enviaron los Mercedes por idéntico motivo», prosigue, y destaca: «Las distintas embajadas llevan a cabo controles para garantizar que los vehículos se dedican al uso para el que fueron entregados». «En cualquier caso, los verdaderos protagonistas de la campaña han sido los ciudadanos de Palma, ya que sin su aportación no habría sido posible este proyecto», añade, y concluye: «La verdad es que se han volcado». En Kosovo, en Gambia, en el Sáhara o en Cuba coger un autobús es hoy un poco más fácil. Y, también, un motivo de ilusión.