El cuscús o el agua de flor de naranja de Argelia, los tallarines de arroz de China, la salsa picante de Tailandia o el aceite de autor de Alemania, el pennoni y el lumaconi de Italia o el arenque escandinavo han empezado a entrar dentro de las cocinas mallorquinas. Eso ha sido gracias a la llegada de los inmigrantes que han propiciado la apertura de tiendas especializadas en productos propios de sus países de origen.
En Palma se encuentran un buen puñado de tiendas para inmigrantes donde venden, casi en exclusiva, alimentos autóctonos. El magrebí Musa Afraune la tiene bien cerca de la mezquita. La carnicería Musa, donde además pueden adquirirse productos propios de la cocina árabe, es mucho más que una tienda convencional, es un lugar de acogida. El supermercado chino Shung Cheong de Yeung Thung Shing sí que cuenta con una clientela "mayoritariamente" mallorquina y peninsular. «Vienen a ser el 80 por ciento de los clientes, porque chinos no hay demasiados que vivan por Portopí», afirma Yeung Thung.
Los productos italianos también encuentran su lugar aunque estén en una tienda adjunta a una spaguetteria. El propietario, Massimo Piovesan, explica que abrieron precisamente La Bottega Italiana para que los clientes del restaurante pudieran adquirir los mismos productos que utiliza el chef en la cocina del Azzurra.
Siete años atrás una familia alemana, la de Rainer Ahrens, decidió abrir en el polígono de Son Castelló una distribuidora con tienda incorporada, Delicadezas de Europa. Mientras, la tercera colonia europea más numerosa en las Islas, los escandinavos, disponen asimismo de una tienda especializada en productos suecos que se ubica dentro del restaurante de Ikea y que por este hecho atrae a un buen número de mallorquines.
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