Los más pequeños participaron en las actividades programadas por los Bombers de Mallorca. Foto: J.TORRES.

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El riesgo y la precisión se hicieron notar en la espectacular exhibición llevada a cabo ayer en la explanada del Hipòdrom de Son Pardo por efectivos del Cos de Bombers del Consell de Mallorca. En este recinto se celebró la jornada de puertas abiertas, a la que acudió numeroso público, en su mayoría niños y jóvenes acompañados por sus familiares. A pesar del día gris y la amenaza de lluvia, las actividades previstas en este acto de clausura de las fiestas del patrón, San Juan de Dios, pudieron desarrollarse sin contratiempos. Para ello se contó con la colaboración especial de Ambulancias Insulares y la asociación Oci Esportiva de Bombers de Mallorca.

Al acto asistió la presidenta del Consell de Mallorca, Maria Antònia Munar; el conseller de Medi Ambient, Miquel Àngel Borrás; el director general de Medi Ambient del Consell, Francesc Buils; el jefe del Cos de Bombers de Palma, Guillermo García y el regidor de Governació del Ajuntament, José Manuel Sierra, a los que acompañó el director de Son Pardo, Nicolau Tous. Los bomberos realizaron un simulacro de rescate en montaña que consistió en la bajada de un herido desde el tejado de la fachada del edificio del hipódromo. Francesc Buils destacó que para ello se utilizó la única camilla homologada para esta actividad. En este mismo tejado los bomberos tendieron hasta uno de sus vehículos una tirolina de unos treinta metros aproximadamente por la que se bajaron varios niños provistos de cascos una vez tomadas todas las medidas de seguridad. Fue una de las actividades que acaparó mayor interés y tuvo más valientes espontáneos.

El simulacro de accidente de tráfico con una descarcelación resultó muy emocionante. En un coche de desguace se introdujo la joven voluntaria, Sebastiana Lladó, inmovilizada de cintura hacia abajo, mientras los bomberos iban quitando la capota con pinzas hidrúlicas para rescatar a la «accidentada». Mientras, el niño Gabriel Salom, de cinco años de edad, vestido con chaqueta de bombero, guantes y casco, vigilaba la operación a la vez que tranquilizaba a la persona atrapada. Sebastiana Lladó una vez liberada señaló que «no es lo mismo verlo que vivirlo, y la verdad es que impresiona mucho, sobre todo porque no me podía mover».

El simulacro de incendio resultó especialmente espectacular. Pasadas apenas unas horas mucha gente se preguntaba qué había ocurrido en son Pardo por la negra humareda que se formó. Se roció un coche con gasolina al que se prendió fuego acudiendo dos unidades tocando las sirenas. Rápidamente sacaron las mangueras para sofocar el fuego. Muy de cerca siguió esta actividad la presidenta, Maria Antònia Munar y el voluntario Albert Buils, de siete años de edad, que vestido de bombero se sumó a los profesionales manguera en mano para sofocar el fuego. Luego vino lo más divertido. Una vez apagado, hubo ducha de espuma para quienes presenciaban el simulacro.