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Una noticia que empieza a ser demasiado habitual en las páginas de los periódicos se repite en la edición de hoy: Balears vuelve a encabezar las estadísticas de datos negativos a nivel nacional. En esta ocasión no son las pensiones, ni los salarios, ni los precios, ni los delitos; hoy se trata del índice de lectura, un indicativo que si por si solo no quiere decir mucho, en el contexto de la cultura lo dice todo. Tampoco el resto de España da el do de pecho precisamente en este aspecto, pues el informe que hoy publicamos revela que sólo 54 de cada cien ciudadanos de este país cultiva el sano placer de leer, algo que para muchos "por lo que se ve" es aún más sinónimo de tortura que de satisfacción.

Lamentable en un país que aspira a alcanzar los niveles de desarrollo y bienestar de las naciones más avanzadas del mundo, que se destacan, justamente, por el apoyo a la cultura y la ciencia. Por desgracia, tendemos a identificar el bienestar exclusivamente con el nivel económico, cuando deberíamos incluir en ese concepto elementos inmateriales, pero que denotan riqueza y prosperidad, como la cultura, el arte, el refinamiento intelectual... Si nos guiamos por esta pauta, veremos que Balears posee niveles de renta elevados, vivienda, automóvil, empleo y ahorro considerables, pero falla el componente humano.

Apenas la mitad de los ciudadanos de estas Islas dedica un momento de su vida a los libros, lo que nos hermana con las comunidades que sufren índices de desarrollo más bajos (Galicia, Andalucía, Castilla-La Mancha...) Probablemente las mentes materialistas consideren que vivimos bien y eso basta, pero el futuro, la personalidad y el fondo de una sociedad se mide en términos culturales. Y en eso "la tasa de fracaso escolar también lo confirma", estamos lejos de ser el paraíso que pretendemos.