Ahora ha trascendido que este hecho fue admitido el año pasado
por la misma Inspección, después que la Dirección Territorial del
Insalud propusiera reabrir el caso judicial y pidiera un nuevo
informe sobre aquellos posibles delitos económicos cometidos en el
hospital Son Dureta entre los años 1988 y 1992, que afectaban la
desaparición de prótesis cardiacas -«justificadas» con su
implantación a pacientes muertos-, concesiones irregulares de
servicios o adquisiciones millonarias sin concurso público, entre
otros hitos graves de lo que el Grupo de Delincuencia Económica
consideró «un caos administrativo y de gestión que tiene su
principal origen en una falta de cumplimiento del protocolo
administrativo por parte de la totalidad de departamentos»
implicados.
El sobreseimiento provisional del caso que ahora podría ser
reabierto fue decidido por el titular del Juzgado de Instrucción
número 3 de Palma, José Castro, que habló de «obstaculización» por
parte del Insalud en su actuación, que se había prolongado durante
ocho años. Durante todo este tiempo, el juez no pudo individualizar
las responsabilidades. En cualquier caso, todas las fuentes
consultadas apuntan que pueden reabrirse las diligencias iniciadas
el año 1992 por el fiscal en ninguna de las Balears, Antonio
Vicente de Tutor, después de las denuncias reiteradas por parte de
CC OO y del contundente informe del Grupo de Delincuencia Económica
de 1991.
Después de que el juez Castro sobreseiera el procedimiento,
«Diari de Balears» y Ultima Hora aportaron nuevas
informaciones en el año 2000 sobre el alcance de los posibles
delitos cometidos por los responsables de Son Dureta, motivando que
la Dirección Territorial del Insalud solicitara nuevos informes. La
primera posibilidad de actuación propuesta fue la de «reabrir las
diligencias previas provisionalmente sobreseídas», al entender que
en ningún caso el posible delito había prescrito. No obstante, para
encontrar una mejor respuesta del Insalud central, se garantizaba
que los hechos sí habían prescrito «a efectos disciplinarios, dado
que algunos de los implicados incluso ya no están vinculados con el
Insalud».
La respuesta de la Inspección fue, como ya se ha dicho, adjuntar
un informe redactado en el año 1989 que podría servir como nueva
documentación judicial «en el caso de que no se haya planteado
recurso de reforma contra el acto de sobreseimiento provisional o
que si ha sido interpuesto haya sido desestimado», como pedía el
Insalud-Balears. La Inspección mostró «la absoluta disposición»
para «actualizar, ampliar o completar, aquello investigado o
cualquier otro aspecto que se considere relevante». No se ha vuelto
a hablar.
Cabe señalar que los actas inspectoras «desaparecidas» de la
instrucción judicial, y a las cuales ha tenido acceso este
periódico, confirman una buena parte de las denuncias efectuadas a
su momento por CC OO y el informe que elaboró el Grupo de
Delincuencia Económica. Así, la Inspección Sanitaria constataba que
algunos artículos eran «duplicados e incluso triplicdos» en el
inventario, mientras que no había ninguna prueba documental de los
concursos públicos y restringidos que supuestamente se habían
efectuado. CC OO afirmaba que se adjudicaban directamente, al mismo
tiempo que «con frecuencia» se superaba el límite económico
permitido para la adquisición de suministras menores.
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