Muchos mallorquines se quedaron la noche del miércoles plantados ante el televisor a sabiendas de que un paisano, el fornalutxer Joan Antoni Estades de Montcaire, iba a ser entrevistado por el equipo que encabeza el periodista Javier Sardà en «Crónicas marcianas». Y a buen seguro que no quedaron defraudados, pues la entrevista dio mucho de sí, siempre bajo el prisma del sentido del humor cínico e irreverente del programa. Estades de Montcaire, que había aparecido ya en otra ocasión en el programa, aunque en una entrevista realizada en Mallorca, fue recibido en el plató como un personaje, al grito de «torero, torero» por parte del público. «Es un placer tenerle aquí, porque nos ha hecho pasar muy buenos ratos», le dijo Sardà al estrecharle la mano.
Enseguida surgió la coletilla humorística sobre el nombre del invitado, Joan Antoni Estades de Montcaire i Bisbal, a lo que el aludido respondió recitando una glosa aclaratoria: «Al ser yo un varón educado / y de familia bien vista / me hicieron caballero cruzado / de la orden sepulcrista / voy a mi aire / siendo yo el caballero / Joan Antoni Estades de Montcaire / hijo de un señor que se llamaba igual / y de doña Rosa Bisbal / y le digo contante y sonante / que no soy pariente de ningún cantante / me gusta bien vivir / y si hago reír / tanto mejor / y déjenme en paz, por favor».
Aclarado el asunto del nombre y su supuesto parentesco con David Bisbal, el popular concursante de «Operación Triunfo», Javier Sardà y su colaborador Javier Cárdenas atacaron al unísono con otro tema peliagudo: su afición a las mujeres. «Hay cosas que yo entiendo que son indiscretas, el asunto de las prostitutas, por ejemplo, y ahí no quiero entrar», idea que retipió insistentemente a lo largo del programa, ante los reiterativos intentos de Cárdenas de sacar a relucir el tema, diciéndole, por ejemplo: «Me han dicho que se ha gastado una fortuna en prostitutas. Finalmente, claro, accedió a hablar de ello y confesó algunas cosas diciendo: «Luego, cuando vaya a Mallorca, me van a caer unas broncas que no veas», dijo. «Macho, católico, hidalgo y putero», le recordó Sardà su peculiar modo de presentarse en sociedad, añadiendo que era una «buenísima tarjeta de presentación».
«El amor "explicó Montcaire" es una compenetración entre dos personas que se aprecian y que se gustan; tiene que haber química, primero por la vista y luego por la simpatía». Definición que más tarde adaptó a su relación con las prostitutas: «La chica que trabaja en esto tiene que ser simpática, porque si no lo es no se comerá una rosca, por muy guapa que sea», dijo. Y confesó entonces que sus mejores momentos amorosos los ha encontrado en su etapa de madurez más que en su juventud, «quizá porque sea ahora más sibarita y más sabio».
Poco después quiso Sardà que una bella joven del público se sentara a su lado para escuchar de sus labios otra glosa, ésta dedicada a las mujeres:
«Querida señora bella y gentil / simplemente, dos palabras de cordial invitación / que le mando a usted con toda corrección / pues yo seré todo menos un imbécil / si mi cara y mis aspiraciones le resultan raras / pienso que ello no es un impedimento / para expresarle mi cumplimiento / de admiración a su indiscutible belleza / por favor, querida señora, / no pierda usted su entereza / por primero consentir / y desde luego en su cuerpo sentir / con toda evidencia / la fuerza de mi potencia / que de todo corazón / pongo a su disposición / ¿que no le gusta mi ofrecimiento? / ¿piensa que es indecente? / pues le digo sinceramente / que lamentará tal pensamiento». «Me gustan las mujeres atractivas, algo más jóvenes que yo "repuso, ante la oferta del programa de presentarle a Marujita Díaz" y tampoco me gusta ser maleducado con la gente».
Relató también el conocido episodio en el que presentó una denuncia contra un individuo que le había calificado como «el hombre más feo de Mallorca». Recordó que «era un asunto político, discutíamos sobre el mallorquín, de si es un dialecto del catalán o una lengua propiamente dicha, hubo una polémica y este señor me dijo que yo era el hombre más feo de toda Mallorca. Entonces yo era el fiscal de paz del juzgado de Fornalutx y presenté una denuncia y la pasaron a nivel de falta. El juez falló a mi favor, pero este señor recurrió la sentencia y, finalmente, quedó la cosa en tablas». «Así que el juez consideró que no es usted tan feo, ¿no?», preguntó Sardà. «¡Por supuesto!», respondió entre risas.
Y contó también que últimamente un palmesano conocido le había dicho que estaba escandalizado porque un hombre como él, culto, había hecho el ridículo y se había dejado manipular. A lo que él respondió: «Gracias por decir que soy culto, pero me gustaría que la gente tuviera más sentido del humor».
En fin, una entrevista divertida, en la que no faltaron tampoco referencias a su mallorquinidad "gritó «¡Visca Mallorca!» en un momento dado" y que terminó con Estades de Montcaire entonando el himno español.
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