Cambio número uno. El pasado 29 de enero Cort puso en marcha la
primera fase del plan de restricción del tráfico en la zona del
Passeig des Born, con la peatonalización de la vía más estrecha y
la activación de los dos sentidos circulatorios en la más amplia.
Cambio número dos. Desde el pasado martes sólo pueden circular por
es Born, en sentido hacia Rei Joan Carles I, los vehículos de
transporte público, los de urgencias y los de los residentes
situados en las zonas ACIRE. Cambio número tres. También desde el
pasado martes, ya funcionan los pilones retráctiles situados en las
zonas ACIRE de Santa Eulàlia, Catedral y Calatrava.
Cambio número cuatro y siguientes. Aún no se han puesto en
marcha. Pero irán aplicándose en los próximos meses, por lo que no
existen motivos por los que preocuparse "¿o sí los hay?". De
momento, los tres primeros cambios ya han suscitado posiciones
enfrentadas. Por ello, tal vez sería necesario que, para defender
sus propuestas, Cort repartiese entre los palmesanos el libro
«¿Quién se ha llevado mi queso?», de Spencer Johnson, subtitulado
«Cómo adaptarnos a un mundo en constante cambio». Por una parte,
quienes se muestran favorables a estas medidas indican que el
tráfico se reducirá de manera sensible en el centro de Palma, por
lo que también disminuirán la contaminación y los ruidos.
Determinados comerciantes creen que el hecho de que la gente
disponga de más espacio para pasear puede contribuir a mejorar la
actividad comercial.
En cuanto a los pilones retráctiles, hay residentes que
consideran que ¡al fin! se respetará la prohibición de circular y
aparcar en las zonas ACIRE. Quienes se muestran en contra de todas
esas modificaciones señalan que tan molestos eran ahora los coches
como en su época lo fueron los mulos y las calesas, y no por ello
se restringió su circulación. Ahora bien, quizás podríamos convenir
en que por muy numeroso que fuera antes el número de mulos y
calesas deambulando por el centro de Palma, jamás llegaron a pasar
en un solo día 11.000 por es Born, número de vehículos que, hasta
el martes, circulaban cada día por dicho paseo. Sin olvidar que en
aquel entonces no había tampoco calesas de alquiler que
incrementasen el tránsito durante el verano ni tampoco una media de
una calesa por habitante, como ocurre ahora con la proporción
coche-ciudadano en Palma, lo que supone que seamos la segunda
ciudad en densidad de vehículos del mundo.
En cuanto a los hipotéticos efectos negativos que los cambios
puedan tener sobre los comercios, aún es pronto, salvo si se es
vidente, para saber si será así o si sucederá todo lo contrario.
Más preocupantes pueden resultar, en cambio, las dificultades con
que se encuentran ahora determinadas personas que, sin vivir en
zonas ACIRE, acuden con frecuencia a las mismas para atender o
visitar a personas con problemas de movilidad. Sin duda, Cort
debería ser receptivo a las excepciones que puedan darse en cuanto
a los horarios y al uso de las tarjetas en las zonas ACIRE, es
decir, ser receptivo a... un cambio.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.