Una de las grandes estrellas de la música pop sueca, Robert Wells,
pasó el lunes por el Casino Paladium. Junto con su grupo, Wells
puso al respetable "en su mayoría sueco" a mil, tanto que al final
terminaron todos bailando, princesa Birguitta incluida.
Wells es un lujo, cuyo nombre, posiblemente, no nos dirá mucho,
pero eso no quita que sea un auténtico fenómeno, que lo toca todo,
desde lo clásico a lo más pop, muy bien arropado por una banda poco
numerosa "un batería, dos de cuerda y tres de viento", y encima
canta, incluso canta rock. No me extraña que la familia real sueca
acudiera al completo a presenciar su actuación en el Albert Hall y
tampoco que cuando en Suecia pronuncias su nombre todos se ponen
firmes. Y si no, había que ver a los suecos anteanoche en el
Casino, escuchándole.
Suecos y no suecos, pues ¡anda que no disfrutó Kettylin
Magnusson! la dueña del Casino, o Tumy Bestard, a quien se le iban
los pies, o la bella Alexandra, o la media docena de ingleses
residentes en la zona Golf de Santa Ponça. Por cierto, que Kettylin
me confirmó que Fefé les había comprado el barco, el Princess
Magnus. «Se enamoró de él cuando lo vio en Saint Tropez», nos dijo.
Por cierto, los Magnusson se están haciendo un barco nuevo, medirá
95 metros y tendrá... submarino para ocho plazas.
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