Risas nada más llegar, comentarios, saludos. Primero Mont Plans,
después Anna Barrachina, Roser Pujol y Helena Pla y, por último,
Rosa Andreu. Todas metidas en su papel de «Chicasmalas», desde la
obsesionada por su físico hasta la buena, la sencilla y la viuda
alegre. Algunas posando de manera atrevida, otras discretamente.
Las cinco permanecerán en el Auditòrium hasta mañana.
«Se trata de un divertimento, mujeres de la sociedad occidental
que tratan diferentes temas», dijo Plans. ¿Qué hay que hacer para
convertirse en una chica mala? Dar la vuelta a lo establecido. «Una
mujer sobre un escenario hablando sin ningún tipo de censura es
algo inusual, rompe con los esquemas establecidos en los que las
chicas callamos», aseguró Pla. La mejor definición: «estamos
gamberras». Ya lo decía Mae West: «Las chicas malas van a todas
partes, las buenas sólo al cielo». Pujol juega con esta vertiente,
mira a cámara y se mete en su papel de malvada, esposa de un
cocinero que decide «vivir la vida». Incluso cuenta anécdotas de
otros tiempos: «Las romanas, antes del coito, se restregaban con
una piel de ciervo con gusanos». La razón, «se trataba de un método
anticonceptivo».
En la obra se retrata la historia de la mujer, historia que se
ha documentado. «Ha costado pero, en realidad, tan sólo somos un
uno por ciento las que podemos hablar de superación», afirmó
Andreu. Utilizar el humor para contar hechos reales no fue fácil,
pero, se trata de «la mejor vía para contar verdades». En la pieza,
Andreu interpreta a una mujer que tiene «una cita a ciegas
concertada a través de un chat» y a una adúltera «esposa de un
conseller». El adulterio forma parte de la trama. «El masculino
está mejor visto que el femenino», dijo Barrachina, quien se
convierte en infiel por «venganza».
Son chicas malas, como Pla, que engaña a su marido, «un
arquitecto», para disfrutar la vida. La única que se mantiene fiel
es Plans, una viuda que, tras descubrir «qué significa un orgasmo»
pierde a su marido. «No quiere renunciar a ello, por lo que empieza
a ligar». Siguen posando. Se divierten jugando con sus papeles y,
sobre todo, riéndose. l Laura Moyà
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