Mucho han cambiado las cosas en Rusia desde que se desmembrara
la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas hasta el
momento actual, en el que los países de la Unión Europea (UE) han
decidido concederle el estatus de «economía de mercado», lo que,
sin lugar a dudas, abre importantes perspectivas para las
aspiraciones rusas.
En un momento en el que el partido comunista ruso atraviesa una
fase difícil y en el que la figura de Vladimir Putin adquiere
importancia en el exterior, la decisión europea puede representar
un avance importante para la definitiva transformación de un país
que ha vivido sumido en una crisis en la que la peor parte se la
han llevado los ciudadanos, que durante mucho tiempo han padecido
la escasez de los suministros en los mercados y han visto los
productos a unos precios inalcanzables.
Naturalmente, quedan pendientes múltiples cuestiones y algunas
de una relevancia primordial. Tal es el caso del conflicto de
Chechenia, que pesa como una losa sobre la Administración Putin y
al que hay que dar una solución mesurada por la vía del diálogo,
renunciando a soluciones de carácter estrictamente militar que,
hasta el momento, sólo han conseguido generar mayor violencia.
En el camino emprendido hacia un futuro diferente, es
imprescindible para Rusia contar con el apoyo de la UE, pero
también es verdad que no se puede entender el futuro de la Unión
sin la colaboración de la ex república soviética, que está dando,
en los últimos meses, pasos fundamentales. Así ha sido en el caso
del protocolo de colaboración con la OTAN o la firma del tratado de
desarme con los Estados Unidos. Por ello, hay que entender la
decisión europea como un paso más hacia una normalización
imprescindible.
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