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Quienes acostumbramos a pasar por cualquiera de los puentes que atraviesan sa Riera sabemos que a lo largo del invierno han sido muchos los cambios de color y de aspecto que ha experimentado el cauce desde que el Ajuntament instaló las pequeñas represas que mantienen el nivel de agua con cierta estabilidad.

Uno de esos cambios fue la proliferación de algas que cubrían sa Riera y que afeaban su imagen, además de producir olores intensos en cuanto aprieta el calor. Por ello el martes un grupo de operarios municipales se enfundó las botas de goma para meter los pies en el agua y, redecilla en mano, proceder a retirar las plantas.

Como resultado de esta paciente labor de limpieza, una zódiac que acompañaba a los operarios acabó repleta de bolsas de desperdicios que serán posteriormente destruidos. Con esta operación, el cauce se verá mucho más cuidado de cara al próximo verano.