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Esto está ya a punto. A una semana vista, salvo retraso imprevisto, de la llegada de la Familia Real a Mallorca para disfrutar de las vacaciones de verano, su flota parece que ya está dispuesta. Ayer, mientras en la Llamp, en dique seco aún, se veía a cuatro operarios dándole el último repaso, el Fortuna, a eso del mediodía, se hacía a la mar. Abandonó el puerto bordeando el faro y, sin prisas, puso rumbo a Poniente. Estaba claro que se le está sometiendo a los últimos test tras haber pasado nueve meses entre el mecánico, el chapista y el pintor, pues aparte de que en el último verano no acabó de tirar del todo, como la Familia Real ha crecido, algunas innovaciones habrá sufrido en su interior. Ahora de lo que se trata es de que no vuelva a tener ninguna recaída y que los Reyes y sus invitados disfruten de un verano en el mar sin sobresaltos.

Aunque también en dique seco, pero a la vera del mar, con las grúas prestas para depositarlos en él, estaban ayer el Bribón, barco en el que regatea el Rey, a su lado la lancha auxiliar "cubierta todavía con la lona oscura", y bastante más hacia la derecha, según se mira a la base, la Llamp, el Sirius, barco de competición de la Armada y la «Gomonne», la zodiac cubierta en la que el Rey suele desplazarse desde Portopí al Club Náutico o al campo de regatas. No vimos ni al Aifos, ni tampoco a la simpática motopedo, la pequeña embarcacion en la que Froilán, junto con su padres, está haciendo sus pinitos marineros.