Trasmediterránea cierra una etapa histórica, culminado el proceso
de privatización coordinado por la Sociedad Estatal de
Participaciones Industriales. La vinculación de la naviera se
remonta a 1916 cuando a raíz de la fusión de diversas compañías
catalanas y valencianas, que desde entonces navegaron con los
colores ocre y rojo en la chimenea bajo un solo gallardete. Un
proceso que a la larga afectaría a la emblemática Isleña Marítima,
naviera con sede en Palma y de gran prestigio en el Mediterráneo,
merced a la gestión del finaciero Juan March quien adquirió
numerosas acciones frente a una notable oposición social.
En aquel momento y coincidiendo con el transcurso de la Primera
Guerra Mundial, la flota mallorquina conocida popularmente como
«Los cisnes del Mediterráneo» cambió su característico color blanco
del casco por el negro, si bien las principales unidades como el
Rey Jaime I o el Mallorca conservaron durante años el logotipo y
los colores mallorquines en sus chimeneas. Aquellos buques a vapor,
con ilustres veteranos del siglo XIX como el Bellver, el Lulio o el
Baleardestinados en sus orígenes a la linea principal
Palma-Barcelona y mas tarde a servicios interinsulares mantuvieron
su protagonismo hasta la entrada en servicio de las primeras
motonaves de Trasmediterránea en 1929/30 Infante Don Jaime e
Infante Don Gonzalo, rebautizados poco después por la II Republica
Ciudad de Palma y Ciudad de Barcelona.
Esta clase de elegante silueta y realzada por dos mástiles,
encabezó la flota en Balears hasta los años 50. Eran aquellos los
años de la modernidad y la aerodinámica, de la irrupcion del diseño
funcional y estilizado, que dieron como producto un bello trío de
motonaves de airosa línea, bautizados con los nombres de Ciudad de
Barcelona,Ciudad de Burgos, y Ciudad de Granada que se mantuvieron
en servicio hasta principios de los años 80.
El «boom» de la motorización en los años 60 determinó que muchos
de aquellos buques con espacio limitado de bodegas llevaran los
coches sobre cubierta, los cuales eran izados en una operación tan
lenta como espectacular, mediante los puntales de carga. En fechas
señaladas como Navidad o Semana Santa unidades mayores destinadas a
la línea de Canarias como el Villa de Madrid, Ernesto Anastasio o
el Ciudad de Cádiz o a la linea de Guinea, como el Dómine o el
Ciudad de Pamplona tambien cubrieron los servicios entre Mallorca y
la Península junto a unidades menores destinadas de forma habitual
o coyuntural a los servicios interisulares, como los Plus Ultra,
Ciudad de Alicante, Ciudad de Ibiza, Ciudad de Mahón, Ciudad de
Valencia,Ciudad de Algeciras o Ciudad de Ceuta, entre otros.
Esta faceta de corte tradicional se mantuvo hasta 1966 en que
entró en servicio el primer buque transbordador tipo X, el Juan
March del que se construyeron cuatro unidades gemelas. Un concepto
novedoso con portalones laterales para el acceso directo de
automóviles, que fue rápidamente superado por la naviera Ybarra en
1972 con el primer buque de la clase Canguro, Cabo San Sebastián.
Este buque ya poseia un garaje con portalón a popa y capacidad para
trailers, que marcó el futuro de las comunicaciones marítimas de
tipo mixto con un diseño que se ha mantenido vigente durante tres
décadas.
Una realidad que determinó en 1979, (en el marco de una
ambicioso plan de renovación de flota subsiguiente a la adquisición
por parte del Estado en 1978 del 93 % de las acciones de la
compañía), la entrada en servicio de la primera unidad de este tipo
por parte de Trasmediterránea, el Ciudad de Badajoz, la adquisición
de los dos pertenecientes a la naviera competidora y la
construcción de otros tres, hasta ampliar la serie en seis
unidades. Eran buques con capacidad para mil pasajeros y 250
vehiculos que se han mantenido en servicio en Mallorca en las
líneas principales hasta la entrada en servicio de los superferrys
Sorolla y Fortuny.
Un nuevo concepto cuya alternativa más moderna es el buque tipo
ropax Murillo, con mayor énfasis en la capacidad de carga. De forma
paralela, Trasmediterránea ha incurrido desde los años 80 tambien
en el ámbito de la alta velocidad con unidades tipo hidrofoil como
el Pez Volador o el Tiburón de la filial Naviera Mallorquina
(constituida en Palma en 1924 con una flota de cuatro veleros de
los armadores Damián y Jaime Ramis) en las líneas interinsulares y
con fast ferrys como el Almudaina y el catamarán Millenium, en
comunicación con la Península. El reto de unir Palma y Barcelona en
poco más de tres horas ha constituido un hito en materia de
velocidad para el transporte marítimo de pasajeros y en competencia
con el avión.
Coincidiendo con la conclusión del último plan de modernización
de flota y con unos beneficios en 2001 de 20 millones de euros, la
naviera entró en un proceso de privatización que ha culminado esta
semana con su adquisición gestionada por la Sociedad Estatal de
participaciones Industriales, al consorcio constituido por Acciona
(que reune los grupos Matutes, Aznar y Armas) por 259 millones de
euros.
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