No es casualidad que Enagás haya decidido que el punto de
llegada del gasoducto Madrid-Valencia sea Alcúdia de Crespins,
localidad muy próxima a Ontinyent, desde dónde partiría el
gasoducto balear. De hecho, Alcúdia de Crespins y Ontinyent ya
están conectadas por el gasoducto de Enagás en el eje mediterráneo,
por lo que el ramal balear hacia Oliva podría partir directamente
desde la primera localidad.
En definitiva, el proyecto que ha planteado Enagás para el
gasoducto Madrid-València conecta directamente con el gasoducto
balear o, lo que es el mismo, éste sería un ramal terrestre y
submarino del punto de encuentro entre el primero y el eje
gasístico del Mediterráneo peninsular. Igual que el gasoducto
balear, la canalización de gas natural entre Madrid y Valencia
queda pendiente de su incorporación definitiva a la planificación
energética estatal para los próximos 10 años, que tiene que decidir
el Ministerio de Economía.
Con Enagás como gestor técnico de la red de transporte de gas en
todo el Estado y con esta misma empresa combinando y haciendo
coincidir sus proyectos, el gasoducto balear se encuentra, hoy por
hoy, en una situación inmejorable.
El conseller de Presidència del Govern balear, Antoni Garcies,
reiteró ayer que el Gobierno central intenta boicotear el proyecto
del gasoducto balear en otro ejemplo «de los tropiezos que pone
Madrid a lo el que decide nuestra Comunidad Autónoma, utilizando el
poder del Estado de manera partidista». Efectivamente, la última
palabra sobre el proyecto del gasoducto la tiene el Gobierno
central, pero los pasos dados por la Comisión Nacional de Energía y
Enagás son favorables al proyecto.
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