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El director de la Empresa Funerària Municipal (EFM), Óscar Collado, explica, a lo largo de un recorrido a pie por el cementerio de Son Valentí, los pasos que sigue la EFM para incinerar y para exhumar cadáveres.

Collado muestra los dos hornos de incineración que hay en Son Valentí. «Uno se dedica a incinerar restos orgánicos y otro a quemar sólo restos no orgánicos», dice, y añade: «La EFM incinera unos 1.000 cadáveres al año. De cada 100 incineraciones, en 95 los restos son enterrados en un nicho, una tumba o un memorial. En las 5 restantes la familia se lleva los restos a casa».

En cada incineración se introduce siempre una placa de cerámica de identificación que sirve para verificar a posteriori que las cenizas corresponden a la persona correcta. La temperatura que puede alcanzar un horno durante todo el proceso es de 1.600 grados y éste dura unas tres horas. Además de nichos y tumbas, en Son Valentí hay cinco memoriales, completamente gratuitos, para enterrar las cenizas.

La EFM exhuma o desentierra 700 restos humanos al año. Las exhumaciones se paralizan del 15 de junio al 15 de septiembre. Es necesario que transcurran cinco años para que unos restos puedan ser exhumados. Entonces pasan a llamarse restos cadavéricos.

Dependiendo de su estado y de la voluntad de la familia, dichos restos son incinerados en el horno crematorio, tal como si se tratase de una persona recientemente fallecida, o son entregados a la familia para que disponga de ellos como crea oportuno. Los restos no orgánicos "maderas, telas, plásticos" son triturados y luego son incinerados en el horno exclusivo para los restos no orgánicos.