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Los ricos estaban ayer en Menorca, de crucero, y hoy están en Palma, buscando un restaurante donde almorzar. Lo digo porque ayer a media tarde nos encontramos con Tita Cervera, su hijo Borja y la novia de éste, buscando un restaurante donde comer. Como los vi algo despistados, les acompañé hasta La Cuchara, donde se come bien. Aunque era tarde, los sentaron en una mesa discreta, a la vera de la que ocupaba el ex conseller de Sanitat, en tiempos del PP en el Govern, Gabriel Oliver.

Mesa para tres (para ellos), más otra mesa, al lado, para dos (para los escoltas) que durante el paseo nos fueron siguiendo a cierta distancia, en lo que íbamos recordando viejos tiempos, cuando el barón y ella llegaron a Mallorca en aquel impresionante velero de tres palos que había construido Pérdomo en los astilleros palmesanos, o cuando aquella mañana de domingo, a bordo de otro barco, los sorprendimos en Formetor en compañía de don Juan de Borbón, el padre del Rey, barco que abordamos para hacer fotos... ¡en velomar!, o cuando llegó a la Isla para cenar con los Reyes, acompañados de sus amigos, los duques de Badajoz, tiempos que ella recuerda como si fuera ayer.

Tita, que estaba muy guapa, nos dijo que iban a pasar un par de días en su casa del Terreno, lugar donde confesó que se encontraban muy a gusto «y donde pocos pueden imaginar que estamos viviendo». La viuda de Thyssen, en cuyo vestuario el luto brillaba por su ausencia "aunque éste más que en la ropa se ha de llevar en el corazón", estaba muy guapa, igual que su hijo y "sobre todo" su futura nuera, que además de guapa es discreta, y a mí me da que hace muy buenas migas con ella.