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Como en Madagascar, y aunque a ojos profanos resulte increíle, en Mallorca también se encuentran varios tipos de caracoles que se alimentan de las rocas. De ello da fe el malacólogo solleric Mateo Cifre. En el mundo hay una gran cantidad de rocas calcáreas, entre ellas una que destaca sobre las demás. Se trata de las lapiaz, de formas espectaculares erosionadas por el tiempo, las lluvias, o quizás por un misterio que todavía no se ha podido determinar.

Muchas de estas rocas de formas caprichosas tienen verdaderas figuras que parecen esculpidas por una mano superior a la del hombre. Estas esculturas son repetitivas en diferentes países del mundo, pero siempre tienen una ligera diferencia entre unas y otras. Las características de este tipo de roca crean a su alrededor paisajes misteriosos que constituyen un entorno mágico cargado de una gran belleza.

Las formas exóticas y extraordinarias se encuentran en el sector septentrional de la Serra de Tramuntana, entre el valle de Sóller y el cabo de Formentor. A medio camino se encuentra Lluc, rodeado de rocas lapiaz. Allí una multitud de puntas de rocas calcáreas aparecen cinceladas por espectaculares procesos de disolución que caracteriza la erosión cártica. Según Àngel Ginés, el resultado de la acción geológica del agua sobre la calcárea miocénica es lo que forma un paisaje casi intransitable, que incluye formaciones rocosas singulares, como es el caso del famoso «camello» de Lluc.

Desde que el geólogo Lozano publicara en 1884 sus anotaciones físicas y geológicas de la Isla de Mallorca, han sido numerosas las referencias bibliográficas que ilustran y representan gráficamente las formas de las lapiaz de Lluc. Desde entonces se han llevado a cabo publicaciones en las que se daban diversas terminologías sobre las lapiaz. Durante los últimos años se han escrito numerosos artículos de investigación dedicados de forma específica a las lapiaz de la Serra, basadas en las observaciones hechas en la localidad de Lluc.