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Tradicionalmente, la derecha europea venía defendiendo un modelo federal para la UE, abanderada por una Alemania que aún ahora mantiene su postura. Pero el reciente Congreso del Partido Popular Europeo celebrado en Estoril ha venido a introducir una cierta desorientación al respecto, ya que en el documento en él aprobado, «Una Constitución para una Europa fuerte», no se apuesta por modelo concreto alguno y todo queda en una vaga referencia inicial a una posible Europa federal. Probablemente este debilitado entusiasmo por el federalismo no sea ajeno a la incorporación al Grupo Popular europeo durante los últimos años de formaciones centristas y reformistas de distintos países, que se sienten algo alejadas del modelo clásico federal idealizado por los «padres fundadores», los democristianos europeos.

Europa se ha hecho más grande y, al parecer, más conservadora en sus supuestos ideológicos. La primera propuesta, elaborada en marzo, incluía tres elementos básicos del modelo federal: la transformación de la Comisión Europea en un Gobierno efectivo de la UE, la conversión del Consejo de la Unión en una segunda cámara parlamentaria, y el refuerzo del Parlamento Europeo, que tendría la potestad de elegir directamente al presidente "recuérdese que hasta ahora se sigue un turno" de la Comisión. Todo ello queda ahora algo lejos y a expensas de lo que inicialmente decida la Convención sobre el futuro de Europa y posteriormente la Conferencia Intergubernamental prevista para 2003. Los populares quieren hoy que el Consejo mantenga sus poderes ejecutivos y legislativos, que sean los jefes de Estado y Gobierno los que elijan al presidente del Ejecutivo comunitario y que el Parlamento siga al margen de políticas fundamentales, como serían la agrícola común o la estructural, básicamente la de fondos.

La firmeza de Alemania a la hora de mantener la propuesta inicial podría abrir un cisma entre la familia conservadora europea, constatándose así una vez más la falta de consistencia política del proyecto común europeo.