Tres de los guardias civiles de Vilafranca consultados ayer por este periódico. Foto: J.A.

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Allí todos conocían la relación sentimental que el guardia civil mantenía con su compañero «al que trajo más de una vez por aquí "nos comentó el guardia primero Sebastián Julià"; es más, no sólo lo trajo sino que comió algunas veces con nosotros». En lo único que no está de acuerdo es sobre lo que se ha dicho referente a discriminación. «A él se le ha tratado como a otro más. Por tanto no ha habido discriminación de ningún tipo; incluso si alguna vez hemos salido, le hemos invitado a que viniera con nosotros, y si estaba con él su compañero, también».

Por tanto, según relata el guardia primero Julià, el trato hacia el guardia homosexual, que «al parecer "matiza" no quería cambiarse con los demás, lo hacía en un pabellón que tiene asignado un cabo», ha sido de lo más correcto. «Lo que no vemos del todo bien "sigue diciendo Julià" es que no se hayan seguido los cauces habituales y que esto se haya sabido por la prensa antes de que hubiera hecho la solicitud».

María Àngeles Tornell es una guardia alumna que está destinada en Vilafranca desde primeros de julio. Recientemente ha tenido un accidente de coche y lleva collarín. Está, por tanto, de baja. Al preguntarle cómo ve que él se traiga a su compañero a vivir al cuartel, la guardia responde: 'Hombre, creo que tienen derecho a defender lo que sean sus derechos sin perjudicar a los compañeros. Por ejemplo: yo soy guardia eventual, por tanto no tengo los mismos derechos que un guardia civil, no me pertenece pabellón. Yo me caso en enero y no sé dónde tengo que ir. ¿Debajo de un puente? Porque con el sueldo que tengo no me puedo permitir alquilar un piso, por el que sin amueblar me cobran setenta mil pesetas. En cambio ellos, que tienen una casa, van a recibir un pabellón'.

Antonio Mejías y Jenifer son marido y mujer. Viven en un pabellón de la casa cuartel que han tenido que reformar, «y que nos ha costado cerca de medio millón de pesetas». Respecto a que el compañero se traiga a su pareja sentimental a vivir allí «no veo ningún problema. Lo que no me ha parecido bien ha sido la forma como han procedido. Creo que ante todo lo tenían que haber intentado por los cauces legales. Y en el caso de que se lo hubieran denegado... bueno, pues sí pueden optar por otras medidas. Pero nunca antes. Tampoco creo que es justo que mientras a ellos se les de una pabellón una compañera nuestra tenga que vivir en el pabellón masculino», aseguran.

Por su parte, a Jenifer el que vivan en el cuartel el guardia gay y su compañero le parece «perfecto, no veo ningún problema. ¿Que cómo pueden reaccionar los niños al verlos? Todo es cuestión de cómo los eduques». Jenifer tampoco está de acuerdo en la forma como se ha llevado este asunto.