Aunque debiera ser del todo innecesario en los albores del siglo
XXI, mañana se celebra en Día Internacional de los Derechos
Humanos, precisamente en una época histórica en la que enormes
masas de seres humanos carecen de los más elementales de sus
derechos en buena parte del planeta. Si bien los países
occidentales han aceptado mayoritariamente desde hace décadas la
existencia de esos derechos fundamentales e intrínsecos a la
Humanidad, en demasiados rincones -no sólo del resto del mundo,
sino también en las zonas «civilizadas- el hombre sigue siendo
tratado de forma arbitraria, cuando no brutalmente agredido sin
conmiseración.
En Balears y en otros puntos de España se realizarán estos días
actos conmemorativos para recordar esta fecha y está bien que así
se haga, especialmente en estos tiempos que corren, en los que el
terror se ha apoderado de buena parte del mundo y aquí, en nuestro
pequeño universo, estamos viviendo una notable oleada de
inmigración que puede hacer caer a más de uno en errores
inaceptables como el racismo o la discriminación.
Y es que ahí justamente está la grandeza de la Declaración de
los Derechos del Hombre, en que se refiere al ser humano universal,
independientemente de su color, raza, religión, orientación sexual,
ideológica... e incluso de forma rotunda cuando hablamos de
delincuentes o marginados, a los que a menudo caemos en la
tentación de privar de esos derechos que ostentan por el mero hecho
de haber nacido.
Hasta que esa idea tan simple como complicada no se nos meta
bien en la cabeza a todos no disfrutaremos de una sociedad libre,
madura y tolerante. Mañana puede ser el primer día para empezar a
intentarlo.
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