«Queremos que la Cámara de Comerç sea un centro vivo», dijo Miquel
Lladó, presidente de la Cámara de Comercio, en su labor de
«cicerone» durante el recorrido por las obras de reforma de la sede
en la calle Estudi General.
Sorprende la imagen del espectacular vestíbulo repleto de cajas,
material de obra y furgonetas que entran y salen. El visitante
intuye el caos interior y duda de que pueda ser bien atendido en el
trámite que sea, pero una vez dentro sorprende la tranquilidad y el
funcionamiento de los distintos negociados, aunque estos se hallen
en un lugar distinto del habitual. «Nada más tomar la
responsabilidad de la Cámara -explica Lladó- decidimos adecuar el
edificio a la normativa actual en materia de seguridad, ya que las
instalaciones eran las mismas que cuando se construyó el edificio,
hace más de 30 años. Nos encontramos que en el sótano había un
depósito de fuel con una capacidad de 5.000 litros, junto a un
motor y un cuadro eléctrico que estaba afectado por filtraciones de
agua, y en el mismo nivel todo el archivo histórico, con documentos
muy antiguos cuya pérdida hubiera sido un desastre irreparable.
Como primera medida, hicimos un convenio con la UIB, que lo ha
clasificado, lo ha digitalizado y lo custodia».
El salón de actos, en el segundo sótano, con capacidad para 200
personas no disponía de salida de emergencia, que ahora está siendo
dotado con los medios técnicos audiovisuales. También se habilita
la sala de plenos, otra para el comité, y distintas dependencias
como la sala de recepciones, de exposiciones y la biblioteca. Todas
las dependencias estarán dotados de una línea con fibra óptica para
que los sistemas informáticos funcionen en óptimas condiciones.
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