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Las cosas parece que empiezan a ponerse feas para los iraquíes. Las explicaciones que Irak ha dado a los inspectores de la ONU sobre el estado actual de su arsenal militar no han convencido en la Casa Blanca y, como primer indicio de que algo se está preparando, el presidente George Bush ha suspendido el viaje que tenía previsto en enero a varios países africanos.

La noticia ha hecho saltar las sospechas de que a finales de ese mes o a primeros de febrero será cuando se dé el pistoletazo de salida a una nueva guerra contra Sadam Husein. El propio Colin Powell, secretario de Estado, advirtió que si Irak prosigue en su actitud «de no cooperación y de engaños» Estados Unidos no encontrará una solución pacífica a la situación.

Todo lo cual lleva a pensar que, en efecto, el país más poderoso del mundo está más que dispuesto a cumplir con diligencia sus amenazas contra el enemigo iraquí y ya se dispone a desplegar en la zona la fabulosa cifra de cien mil hombres, además de movilizar a miles de reservistas en EEUU.

Así las cosas, el mundo entero estará pendiente durante las próximas semanas de los movimientos que se produzcan tanto en Bagdad como en Washington, a la espera de que los acontecimientos confirmen el presagio de una nueva guerra de consecuencias más que inciertas para el conjunto del planeta.

De entrada la economía mundial, ya bastante dañada sólo con los rumores sobre una posible contienda en Oriente Próximo, podría sufrir enormemente de llegar la guerra. Y para nosotros, en Balears, la noticia caería como una bomba por el tradicional efecto de miedo que estas situaciones suelen provocar, retrayendo el turismo de cara a la próxima temporada alta.