El pasado 31 de diciembre, palmesanos y visitantes se concentraron
en la Plaça de Cort para presenciar la fiesta de conmemoración de
la conquista de Mallorca por el rey Jaume I en 1229. En esta
ocasión los distintos actos tenían un significado muy especial para
el alcalde de Palma, Joan Fageda, ya que este año los ha presidido
por última vez.
A diferencia de lo que había sido norma meteorológica en estos
últimos años, el pasado martes el sol y el buen tiempo acompañaron
el desarrollo de los distintos actos programados. Al filo de las
10.15 horas, los tamborers y los ministrils acompañaron a la
corporación municipal en el acto de colocación de l'Estendard Reial
en el centro de la plaza y de la cimera del rey Martí.
Fageda y el resto de concejales, con la excepción de los de
EU-EV, se dirigieron entonces a la Seu, acompañados por los jinetes
de la Confraria Balear de Cavallers de Sant Jordi. A las 10.30
horas empezó la misa en la Catedral, presidida por el obispo de
Mallorca, Teodor Úbeda, y oficiada por el párroco de Sant Ferran,
César Murillo.
Durante su homilía, mosén Murillo señaló que el 31 de diciembre
de 1229 se inició «una nueva etapa de nuestra historia» y destacó
que «sin memoria no existe la identidad». Tras recordar las
actuaciones más destacadas de los distintos reyes de Mallorca, se
centró posteriormente en la situación del mundo actual, para
indicar que «los creyentes podemos contribuir a la construcción de
nuestra sociedad» y pidió por ello que todos trabajemos por una
Mallorca «más justa, más solidaria y más fraterna». Los Cossiers y
los Cavallets de la Escola de Música i Danses de Mallorca danzaron
en el interior del templo.
Al acto religioso acudieron, entre otros, el presidente del
Govern, Francesc Antich; el vicepresidente, Gabriel Sampol; la
delegada del Gobierno, Catalina Cirer; el vicepresidente del
Consell, Miquel Nadal; y el rector de la UIB, Llorenç Huguet.
Acabada la misa, las autoridades regresaron a la plaza y retiraron
el estandarte. En esos instantes se produjeron los únicos momentos
de tensión, al increparse durante unos minutos, mutuamente, un
grupo de jóvenes independentistas y miembros de la «Unió d'es
Pòbble Baléà».
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