Las partes del desarrollo de una narración, para hacerla
asequible e inteligible, son: planteamiento, nudo y desenlace. Nudo
es la parte central que liga la acción, en la que se desarrolla
todo lo planteado. En el nudo se fijan las cosas de una manera
concreta, se determinan, se condensan. El nudo es complicación,
complejidad, estancamiento, ambivalencia. Los nudos son los
entresijos de la evolución de algo, a partir de ellos puede suceder
cualquier cosa. Son al mismo tiempo lo que ata, crea vínculos,
junta, amarra y por tanto compromete. Romper las ataduras suele ser
un trabajo difícil, traumático; a veces absurdo, innecesario; en
otras ocasiones vital, algo que invita a desligar.
Deshacer los nudos significa liberarse. Al mismo tiempo respetar
el nudo que nos une con la vida, con nuestros orígenes, el Nudo
Infinito, el que entrelaza una vida con otras, sucesivamente, es
básico para la salud personal. El nudo en el cordón umbilical
representa lo que protege la vida y nos individualiza. Atravesar
los nudos sería deshacer los diversos conflictos de estancamiento
de la vida, que están ahí como fijaciones. El nudo es un laberinto
que hay que recorrer hasta que se llega al centro, y lo muy curioso
es que se deshace al revés de como se hace.
Los nudos impiden o protegen. Es importante saber distinguir de
entre lo que nos ata aquello que nos sujeta, una cosa es no poder
andar y otra muy diferente creerse que no se necesita estar sujeto,
y caerse. El Nudo Gordiano de una situación sería aquel que
representa el momento en el que se nos planeta la necesidad de una
decisión, que puede ser importante, una disyuntiva que pide
compromiso. Es necesario no cantar ingénuamente victoria, sobre
todo si cortamos el nudo, como si este logro fuera definitivo.
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