Los jóvenes de Pollença acudieron un año más, a pesar de las
inclemencias del tiempo, a cortar el pino de Ternelles, que el día
de Sant Antoni se transportará hasta la plaza del pueblo, donde se
pone de pie para que los jóvenes trepen por él hasta su copa. Sobre
las diez de la mañana de ayer, unas treinta personas acudían a la
tradicional tala del pino, que se abría como de costumbre con una
merienda de «pa amb oli» con arenques y vino, y algún trago del
autóctono «mesclat».
El pino, que este año medía unos 22 metros contando la rama
superior, es cortado por los jóvenes del pueblo que después quitan
la escarcha con los utensilios necesarios para, así, dificultar el
ascenso durante la festividad. Después de talarlo y quitarle toda
la corteza y ramaje, bajan el tronco hasta un llano donde lo cargan
en el carro que usarán para llevarlo posteriormente al pueblo. Una
vez en el carro, lo transportan hasta la entrada de la finca donde
permanecerá hasta el 16 de enero.
Entre los presentes destacaba «l'amo en Formentor», de 81 años,
que lleva mas de 60 acudiendo a cortar el pino. En su juventud, él
y su hermano, cortaban y bajaban solos el tronco, pero desde que
murió el mayor de los hermanos «Formentor», el que queda ya solo
aconseja a los jóvenes y ayuda en lo que puede en las labores. Una
vez cargado en el carro y preparado para su próximo traslado, todos
los asistentes al acto lo celebran con un «arroç brut» en la puerta
de la finca , que da por finalizado el acto, y que este año terminó
sobre las cinco de la tarde.
Esta tradición milenaria es una parte esencial de las fiestas de
Sant Antoni de Pollença, tanto, que en el año 1985, después de una
copiosa nevada, el Ayuntamiento suspendió la tala por una semana, y
los jóvenes del pueblo, aun con nieve y con la oposición de las
fuerzas de seguridad locales, consiguieron llevar el pino hasta la
plaza, aunque una semana después lo repitieran, esta vez de forma
oficial.
T.J. Escanellas
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