Mel Martínez es el primer cubano nacido en Cuba, pero de
nacionalidad norteamericana, que asciende al cargo de ministro. En
concreto, su puesto es el de secretario de Vivienda del Gobierno de
George Bush
De visita oficial en España, que inicia hoy, Martínez, junto a
su esposa Catherine, ha querido recuperarse dejet-lag en Mallorca,
«un hermoso lugar en que ya había estado», donde, de paso, ha
visitado en Sóller a su amigo, el padre Guillermo Gayá, a quien
conoció en Cuba cuando éste vivía allí, y a quien califica de
«amigo mío y de mi padre» y de «maestro en mi niñez» con quien
«hemos recordado aquellos viejos tiempos», aparte de disfrutar de
la isla «que una vez más me ha encantado, como también le ha
encantado a mi esposa».
Los Martínez se hospedaron en La Residencia de Deià y ayer, de
camino hacia el aeropuerto, hicieron un recorrido por el Paseo
Marítimo. Antes de hablar con él, a través de su secretario y de
Tumy Bestard, pactamos que no le haríamos ninguna pregunta sobre la
guerra que se avecina en Irak, ni tampoco sobre inversiones
extranjeras (y mallorquinas) en Cuba. ¡Así que ya me dirán! Pero
bueno, mejor hablar del tiempo y de Mallorca con él, que limitarnos
a hacer una sola foto, que era lo que estaba previsto.
-¿Qué se siente, siendo cubano de cuna, al ser ministro, además
el primero, en un gobierno norteamericano?
-Ante todo, para cualquier hispano americano que vive en
Norteamérica es un honor y un privilegio formar parte de este
gobierno del presidente Bush, y más, como en mi caso, siendo el
primer cubano que alcanza este honor, tras haber superado
muchísimas dificultades después de haber abandonado nuestra isla.
Ya digo, esto es un orgullo para todos los cubanos, y especialmente
para mí, que he adquirido la responsabilidad de hacerlo bien y que
el nombre nuestro quede bien puesto.
Señala que entre sus misiones está la de entablar lazos de
amistad con el pueblo hispano, «tanto aquí, en España, como en
Latinoamérica. Mi trabajo consiste en establecer un puente entre el
mundo estadounidense y el hispano, pues es muy importante que
Estados Unidos tenga dentro de sí un pueblo, el hispano, que nos
traiga una cultura, un idioma y un entendimiento.
-¿Cómo salió de Cuba, en patera tal vez?
-No, en patera, no. Salí de Cuba un 6 de febrero de hace 41 años. Y
salí, junto con otros catorce mil y pico niños cubanos, sin
nuestros padres a través de un programa, Operación Peter Pan se
llamaba, organizado por la Iglesia católica, que se desarrolló
entre los años 1960, 1961 y 1962, época en la que el padre Gayá ya
no estaba en nuestra isla, pues por entonces habían echado de allí
a todos los sacerdotes católicos. Los niños fuimos acomodados en
distintas casas norteamericanas por cuatro años hasta que pude
reunirme con mis padres de nuevo.
Pedro Prieto
Fotos: Click
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