Los Douglas, vestidos de negro, acudieron al tribunal levantando a su paso una enorme expectación.

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Seguramente los Douglas, Michael y Catherine, se encuentren en estos momentos disfrutando de la anhelada calma que les proporciona su lujosa residencia mallorquina después de convertirse en protagonistas de todas las portadas de los medios de comunicación británicos por su presencia en los tribunales londinenses. Titulares tan contundentes como éste: «Me sentí violada cuando vi las sucias y baratas fotos del «Hello!», dejan bien a las claras qué clase de pleito es el que se dilucida en el juzgado de Londres. Las estrellas de la pantalla habían firmado un contrato de exclusividad con la revista «OK!» para que publicara un cuidado reportaje sobre su boda, celebrada en noviembre de 2000 en Nueva York. ¿El precio? Un millón de libras esterlinas, unos 270 millones de pesetas. Pero su competidora, «Hello!», se adelantó publicando tres días antes sus propias fotos «robadas» del acontecimiento. Según la pareja de famosos, el reportaje de «¡Hello!» dañaba su imagen pública y, por tanto, su carrera profesional, al estar compuesto por fotografías borrosas y, como dice Catherine Zeta Jones, «sucias».

Michael Douglas dijo ante el tribunal que una venganza estuvo detrás de la decisión de publicar las fotos «robadas». «Creemos que «Hello!» se estaba vengando de nosotros, porque decidimos conceder los derechos de publicación de fotografías de nuestra boda a su competidora», dijo un apasionado Douglas en su testimonio. Su esposa expresó previamente la ansiedad y angustia que sufrió cuando vio que «Hello!» había publicado fotos no autorizadas de la boda. «Para mí, fue horrible tener que pensar en esto justo poco después de nuestra espléndida boda», dijo. «Recuerdo estar sentada al teléfono llorando por la forma en que nuestros recuerdos de la boda, que había sido tan maravillosos, se habían agriado de repente», agregó. La actriz galesa, embarazada -espera a su segundo hijo para el mes de abril-, y su famoso marido, ambos vestidos de negro, habían pasado rápidamente y sin decir nada ante un aluvión de reporteros gráficos. Posteriormente, ingresaron en la sala de juicio por una entrada privada. Zeta-Jones vestía un pantalón y chaqueta completamente negros con tacones altos y su largo cabello recogido en la parte trasera. Douglas, que llevaba un largo abrigo negro, alejó a su mujer de los reporteros.

Zeta-Jones dijo que ella y Douglas se habían devanado los sesos intentando averiguar quién de sus amigos había traicionado su confianza y acordaron no permitir que «Hello!» quedase impune. El caso ha acaparado una gran atención internacional por lo que el tribunal tuvo que asignar entradas a los medios de comunicación que pugnaban por captar la imagen de la célebre pareja en la pequeña y anticuada sala de juicios. Además, se erigió un andamiaje en el exterior de los Tribunales Reales de Justicia, en el centro de Londres, para colocar a los reporteros gráficos, mientras se aumentaron las medidas de seguridad en el interior del edificio.

Zeta-Jones y el laureado Douglas han demandado a la publicación por 500.000 libras (unos 135 millones de pesetas) en concepto de pérdida de ingresos, estrés y perjuicio para sus carreras por la pobre calidad de las imágenes. La pareja afirma que el propietario de «Hello!», Eduardo Sánchez Junco, planeó que varios paparazzi se infiltraran en la recepción del hotel para tomar las imágenes de forma subrepticia, causando sospecha y recelo entre sus familiares y amigos cuando vieron las imágenes publicadas.